viernes, 28 de septiembre de 2012

Flora Tristán, Una Paria Peregrina


Corta, intensa, difícil, plena: así fue la vida de Flora Tristán. La abuela del pintor Gauguin fue lesbiana, feminista y una gran revolucionaria.

Flore Célestine Thérèse Henriette Tristán Moscoso Laisnay nació el 7 de abril de 1803 en París, en el seno de una familia acaudalada. Su padre fue Mariano Tristán y Moscoso, coronel peruano de la armada española, y su madre, la francesa Anne Laisney. Los primeros cuatro años de Florita – como la llamaba su padre – estuvieron marcados por la abundancia, el bienestar y el lujo. Sus padres se conocieron en Bilbao y se casaron clandestinamente, pero el matrimonio no tuvo ningún valor legal, lo que acarrearía importantes consecuencias en sus vidas. El papá de Flora murió de una apoplejía cuando ella contaba con apenas cuatro años. Su madre estaba embarazada y esta tragedia repentina dejó en la miseria a toda la familia. Al ser hija natural del coronel, no tuvo derecho a la más mínima parte de la herencia de su padre. Su madre tampoco, ya que no existía un documento que les concediera derecho alguno o que probara que fuera esposa de don Mariano. Éste, por motivos desconocidos, no previó disponer sus bienes (o parte de ellos) a su esposa e hijos, y fue así cómo pasaron de la abundancia a la más absoluta miseria. Flora haría de estos primeros años de su infancia una edad de oro que perseguiría toda su vida; y de su ilegitimidad, una injusticia que reparar.

Con apenas 17 años comenzó a trabajar en un taller de litografía, cuyo propietario, André Chazal, se convertiría en su esposo y en su mayor pesadilla durante años. Con él tuvo dos niños y una niña, Aline, futura madre de uno de los pintores impresionistas más conocidos en el mundo: Paul Gauguin.

Los celos y los maltratos por parte de su esposo hicieron que Flora huyera del hogar familiar con sus hijos. Fue entonces cuando comenzó una dura e interminable batalla legal de 12 años, que concluiría con un disparo en la calle muchos años después (1838). Flora resultó malherida físicamente, pero libre por fin, ya que Chazal fue condenado a 20 años de cárcel.

En 1832, apenas separada de su marido, viaja a Perú dispuesta a recuperar parte de la herencia de su padre, pero la negativa de su tío no se hizo esperar, quien no pudo hacer nada ya que no era hija legítima de su hermano. Flora tan solo consiguió una pequeña paga mensual que le ayudó con los gastos. Lo que presuponía un viaje corto se convirtió en una estancia de casi dos años. De esta experiencia nació Peregrinaciones de una paria, una de sus obras más célebres y un fiel reflejo de la situación política y social tan delicada que atravesaba la sociedad peruana de la época.

Escritora, pensadora, pilar del feminismo marxista, fundadora del feminismo moderno, heroína. Su paso por Perú hizo mella en esta valiente mujer, quien no volvió a ser la misma a su regreso a París. De vuelta ya en su tierra, Flora Tristán se dedicó en cuerpo y alma a los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer.

“Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer”, escribió en Unión Obrera (1843).

Flora dirige su discurso al análisis de las mujeres más desposeídas, de las obreras. El trato abusivo, humillante y vejatorio que reciben las mujeres desde su nacimiento, el hecho de que se les niegue la posibilidad de recibir una educación, así como el sometimiento y la esclavitud al varón, suponen una degradación moral para Tristán, y el convencimiento de que educar a la mujer obrera es el principio de la mejora intelectual, moral y material de esta clase. Ya en 1843, ella misma apuntaba que de la educación de la mujer dependía la emancipación del hombre.

La ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros, varones proletarios. (…) En nombre de vuestro propio interés, varones; en nombre de vuestra mejora, la vuestra, varones; en fin, en nombre del bienestar universal de todos y de todas os comprometo a reclamar los derechos para la mujer (Unión Obrera, 1843).

Su experiencia personal la llevó a luchar contra el matrimonio como medio de opresión contra las mujeres. “El único infierno que reconozco” – afirmaba. Dedicó la mitad de su vida a una batalla constante por conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Así era Flora, quien en 1836 se colara en la Cámara de los Lores, disfrazada de hombre, para pedir la aprobación del divorcio y la abolición de la pena de muerte.

El 14 de noviembre de 1844, en plena gira revolucionaria por Francia, muere Flora Tristán a la cortísima edad de 41 años, víctima del tifus. Años antes de que el Manifiesto comunista de Marx y Engels viera la luz, ya Flora había escrito: ¡Trabajadores del mundo, uníos! Lo mismo que nos gritaría hoy si volviera a la tierra.

Tras de sí nos dejó una larga lista de escritos, libros y folletos. Un legado digno de ejemplo hoy en día. Aquí les dejo una lista de algunos de ellos:
  • (1835) Necesidad de dar buena acogida a las extranjeras
  • (1838) Peregrinaciones de una paria
  • (1838) Mephis o el proletario
  • (1839) Selección de cartas a Simón Bolívar
  • (1840) Paseos en Londres
  • (1840) Los obreros de las fábricas
  • (1840) Mujeres públicas
  • (1840) Las mujeres inglesas
  • (1843) La unión obrera
  • (1843) A los obreros y las obreras
  • (1843) Por qué menciono a las mujeres
  • (1846) La emancipación de la mujer (obra póstuma)

Más información:

  • BLOCH-DANO, EVELYNE. Flora Tristán. Pionera, revolucionaria y aventurera del siglo XIX. Editorial Maeva 200
  • Flora Tristan: Feminismo y Socialismo. Antología. Edición de Ana de Miguel y Rosalía Romero. Colección: Clásicos del Pensamiento Crítico – Editorial La Catarata 2003
  • VARGAS LLOSA, MARIO. El paraíso en la otra esquina. Editorial Alfaragua, 2003.

Carta de Pérez Esquivel al Presidente Hugo Chávez

Sr. Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela
Comandante Hugo Chávez Frías


Recibe el fraterno saludo de Paz y Bien para ti y el pueblo venezolano.

Que Dios te de fuerza y esperanza para continuar tu decisión de construir junto al pueblo un país libre y soberano en la unidad continental de sociedades más justas y fraternas.

Seguimos de cerca los cambios profundos que lleva adelante el pueblo venezolano para hacer posible el sueño de nuestros libertadores de la Patria Grande.

Nuestro continente a través del tiempo estuvo bajo la dominación económica, política y cultural de los grandes intereses hegemónicos dirigidos por los sucesivos gobiernos de los EEUU, pero en las últimas décadas los emergentes sociales abrieron nuevas posibilidades y esperanzas en la lucha por la soberanía de nuestros pueblos para superar la pobreza, el hambre, la marginalidad y la dependencia. Una lucha decisiva que conlleva grandes esfuerzos para hacer frente a quienes pretenden continuar con el privilegio de unos pocos a costa de las mayorías.

El gobierno que presides en Venezuela ha logrado el fortalecimiento de la construcción democrática participativa a través de más educación, salud y trabajo, que a gran parte de la población les estaban negados. Ha recuperado también los recursos naturales que son del pueblo y ha diversificado la economía para que ese país no dependa únicamente del petróleo.

El día 7 de octubre el pueblo venezolano vuelve a ejercer su derecho a votar democráticamente y elegir el camino a seguir y saber qué país quiere y hacia dónde va. Es otro paso decisivo para profundizar las conquistas sociales que lleva a cabo tu gobierno.

Desde América Latina te acompañamos solidariamente y esperamos que el pueblo responda a los desafíos y esperanzas de lo conquistado y avance en fortalecer el camino democrático de la soberanía, la independencia económica y la justicia social.

Un fuerte abrazo de hermano latinoamericano, deseándote junto al pueblo venezolano mucha fuerza y esperanza.

Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Sudáfrica. La Gran Desilusión

La represión policial contra los trabajadores de la mina de platino de Longmin, en Marikana, que dejó más de 40 muertos, replanteó el tema de las relaciones laborales en un país en el que tras la caída del apartheid las grandes mayorías siguen viviendo en la miseria. Brian Ashley, jefe de redacción de la revista de izquierda Amandla!, explica en esta entrevista la evolución registrada en Sudáfrica en los últimos veinte años, donde, dice, "ha habido un cambio de color en la composición de los sectores dominantes: ahora hay negros entre ellos". 

David Finkel y Dianne Feeley. Brecha, Montevideo, 21-9-2012

-El Congreso Nacional Africano (CNA) ha sido el partido político dominante desde la caída del apartheid. ¿Su evolución ha sido paralela a la de los partidos socialdemócratas europeos que se han transformado en "social-neoliberales"? ¿O es más complicado? ¿Cuáles son las fuerzas contendientes en su seno y cuál es la naturaleza de la "alianza tripartita" con la federación sindical Cosatu y el Partido Comunista de Sudáfrica (SACP)?

-El CNA es un movimiento nacionalista amplio, en el que existen y han existido diferentes corrientes políticas e ideológicas. El SACP y la alianza con los movimientos sindicales le han permitido una fuerte influencia en la clase trabajadora, que llegó a ser mayor durante los levantamientos populares de los años ochenta.

Sin embargo, después de ganar las libertades políticas en 1994, y como resultado de la indigenización de la función pública y la política de "empoderamiento económico negro", las fuerzas nacionalistas han sido dominantes a la hora de determinar la orientación del CNA.

Muchos líderes del CNA son ahora los principales inversores en agricultura, finanzas, minería, telecomunicaciones, armamento, pesca, y toda una serie de otras industrias. Utilizan su posición política en el Congreso Nacional Africano y en el Estado para hacer de manera corrupta lucrativos negocios, gracias a los que se convierten, de la noche a la mañana, en millonarios.

La razón clave del porqué de la transición neoliberal en Sudáfrica hay que buscarla en el poder del capital sudafricano y en la renuencia inicial del CNA a enfrentarse con el capital y redistribuir su riqueza a través de un nuevo sistema fiscal, programas de inversión regulados y dirigidos e incluso llevar a cabo nacionalizaciones que ayudaran a superar el legado del apartheid y el subdesarrollo.

Por el contrario, lo que ha ocurrido ha sido una gradual cooptación por parte de las grandes empresas, a través del programa de empoderamiento económico negro, de los sectores políticos que representaban los intereses de la protoburguesía negra, convirtiéndolos en socios menores de las grandes empresas mediante la desagregación y la reestructuración neoliberal de la economía.

-El presidente Jacob Zuma supuestamente representa la "izquierda" del CNA, al menos retóricamente. ¿Su gobierno ha intentado hacer algo en relación con las condiciones económicas y sociales de la mayoría negra?

-Fue una gran tragedia para la izquierda cuando el Cosatu, el SACP y otras fuerzas de izquierda en el cna, desesperadas por encontrar una alternativa a las políticas neoliberales aplicadas por Thabo Mbeki -que negaba, por ejemplo, la existencia del sida-, se agruparon en torno a Jacob Zuma y lo ayudaron a ser elegido presidente del cna y posteriormente del país. Zuma es un político consumado, que ha consolidado su base y apoyos presentándose al mismo tiempo como un hombre de la izquierda mientras se hacía con el manto del nacionalismo zulú que hasta entonces había ostentado el Partido de la Libertad Inkatha.

De hombre de izquierda, nada. A nivel personal es un homófobo, misógino y polígamo. Su gobierno continúa con las políticas económicas neoliberales, monetaristas, deflacionistas y favorables a la flexibilidad laboral. La indicación más reciente de la ruptura entre el gobierno de Zuma y el Cosatu fue la masiva huelga general del 12 de marzo, contra el peaje de las autopistas de Johannesburgo y el fracaso del gobierno para prohibir a los contratistas piratas de mano de obra.

Las ciudades y los suburbios son dos mundos aparte, y una brecha aun mayor separa la vida de los antiguos bantustanes de las áreas metropolitanas. La pandemia del sida sigue siendo devastadora en su propagación e impacto, incluso si ya nadie se atreve a dudar de su existencia, como en la época de Mbeki. Tampoco podemos ignorar las crisis de los sistemas de educación, salud, agua y vivienda. El desempleo masivo y unos salarios de miseria se encuentran en el centro de la crisis social sudafricana. Más del 25 por ciento de la fuerza de trabajo se encuentra en paro. La tasa de desempleo real es un enorme 40 por ciento de la población activa. Según la Comisión Nacional de Planificación, que preside el ministro Trevor Manuel, más de un tercio de los trabajadores ganan menos de 120 dólares al mes, mientras que la mitad gana menos de 300.

Detrás de esta crisis social está el declive de la economía sudafricana. El país se unió recientemente a los BRICS, las principales economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China, y ahora Sudáfrica. La ironía es que mientras la economía sudafricana domina la región y el continente africano de manera más amplia, hay que considerarla una economía en declive y no en auge. Y es así básicamente como consecuencia del agotamiento del modelo de crecimiento minero y energético del apartheid, después del fin de éste, y el fracaso del cna a la hora de impulsar la diversificación productiva hacia nuevos sectores de crecimiento. La apertura de la economía no logró atraer la inversión extranjera que se esperaba para estimular un crecimiento sostenible de sectores productivos creadores de empleo.

En el corazón del declive de Sudáfrica hay tres factores interrelacionados, a saber: la reducción de los recursos básicos, la debilidad del mercado interno en su demanda de bienes de consumo, y un marco político que ha favorecido una economía abierta y orientada al exterior, que ha facilitado la financiarización y la fuga de capitales.

Si bien la literatura pos apartheid se ha centrado tanto en las debilidades estructurales de la economía sudafricana como en el marco político neoliberal como barreras para el desarrollo sostenido, se ha prestado menos atención al agotamiento paulatino de los recursos básicos en Sudáfrica.

Aquí existe un patrón común de agotamiento de los recursos en una amplia gama de sectores clave, como la energía, los minerales, el agua y la fertilidad del suelo.

Incluso la diversidad biológica y la infraestructura ambiental están sufriendo una tensión extrema a causa de los procesos industriales y el cambio climático. El agotamiento de estos recursos clave tendrá un efecto negativo en las exportaciones y aumentará los costos de los insumos de los bienes de producción local, debilitando aún más la economía. A menos que el crecimiento económico se desvincule del aumento en la utilización de los recursos y disminuyan los impactos ambientales negativos, el desarrollo económico se verá afectado, con consecuencias negativas para la sociedad y el ambiente.

En el contexto de la crisis global, la vulnerabilidad de Sudáfrica a los choques externos de la economía mundial ha sido sucesivamente demostrada a través de problemas graves en el mercado de divisas, fuga de capitales, disminución de las exportaciones y pérdidas masivas de empleo. Durante la gran recesión de 2008-2009 se perdieron más de un millón de empleos.

Todo esto ha contribuido a que Sudáfrica sea uno de los países más desiguales-si no el más- del mundo. El coeficiente Gini de Sudáfrica es 0,73, representando 1 la desigualdad absoluta de ingresos. (En comparación, en Estados Unidos, la más desigual de las principales economías industriales, el coeficiente Gini oscila entre 0,46 y 0,47, y en España es de 0,46.)

La casi duplicación de la tasa de desempleo desde el fin del apartheid es una de las principales razones del aumento de la desigualdad. El 70 por ciento de los desempleados son menores de 35 años, y más del 60 son mujeres.

Las mujeres en las zonas rurales -especialmente en los antiguos bantustanes-son las más afectadas por el desempleo y la pobreza, especialmente debido a la incapacidad del gobierno para redistribuir la tierra. Menos del 7 por ciento de las tierras que se tenía como objetivo distribuir para 2014 ha sido adjudicado a gente negra. Y gran parte de esta tierra no se cultiva de manera productiva debido a la incapacidad del gobierno para apoyar a las comunidades con los insumos y servicios de extensión agrícola imprescindibles.

La desigualdad también se manifiesta en el acceso a los servicios de agua, electricidad, saneamiento, vivienda, educación y salud. Ello ha provocado una ola continua de conflictos reclamando estos servicios, lo que hace que Sudáfrica tenga uno de los índices más altos de protestas per cápita en el mundo.

-Ciudad del Cabo es la única gran ciudad gobernada por la Alianza Democrática (el partido de la oposición liberal) y la única zona del país donde no hay una mayoría "negra", según la clasificación racial del apartheid, sino que está compuesta por "mestizos", "indios" y "blancos". ¿Cuál es la composición social de la Alianza Democrática (AD)? ¿Los votantes negros de la ad pertenecen principalmente a las clases profesionales y acomodadas? ¿Es una amenaza seria al CNA a largo plazo?

-La mayoría de la gente en Ciudad del Cabo y la Provincia Occidental del Cabo la componen los que se denominaron "mestizos" en el régimen del apartheid. Hay que tener en cuenta que bajo aquel régimen Ciudad del Cabo fue una "región preferente de mano de obra mestiza". Lo que significó que la inmigración de los llamados "africanos" de los bantustanes fuera muy restringida. Ello explica sus características demográficas particulares.

Además, desde un punto de vista histórico hay que entender que Ciudad del Cabo es la ciudad más antigua de Sudáfrica y fue el destino de varias oleadas de colonialismo (holandés, inglés), así como de los primeros esclavos africanos y malayos.

Ciudad del Cabo tiene una rica historia de resistencia, sindicalismo y luchas radicales. Los llamados "coloured" (mestizos) jugaron un papel muy destacado en el movimiento anti apartheid y anticapitalista en el Cabo Occidental. Sin embargo, este sector no fue integrado plenamente en la afirmación pos apartheid del nacionalismo africano. El nacionalismo africano fue definido en términos demasiado estrechos como para que la gente clasificada como "coloured" pudiera sentirse plenamente parte de la nación en construcción.

Dado que este sector de la población disfrutaba de una situación social un poco mejor en términos de salarios, normas de vida y de vivienda, la acción afirmativa y la indigenización del Estado después de la caída del apartheid hicieron temer a la población mestiza que pudiera perder parte de ello a favor de los "africanos". Esto aceleró el proceso de polarización, debilitó la concepción de una identidad común negra (que fue uno de los objetivos de la lucha de liberación) y reforzó la sensación de pertenecer a una identidad separada.

Poco se ha hecho para superar el legado del apartheid territorial, el desarrollo separado y otras barreras (idioma, educación, deportes) a la integración en una ciudadanía común. La gente de la comunidad "mestiza" sigue viviendo en los mismos municipios y sus hijos asisten a las mismas escuelas que lo hicieron bajo el apartheid.

Esta situación alimenta la inseguridad y los miedos en las comunidades de clase obrera, ya que sufrieron las peores consecuencias de las políticas neoliberales: los recortes masivos de empleo en el sector público, en los servicios municipales, la educación, la salud y el sector de servicios en general. El desempleo masivo y las privaciones en muchos municipios mestizos han dado lugar a una profunda alienación de la sociedad, en particular entre los jóvenes.

Todo ello ha provocado altos niveles de gangsterismo, delincuencia y drogadicción que se asemejan a algunas zonas de los guetos afroamericanos. Esta situación de inseguridad y paro masivo es lo que ha enajenado del CNA el voto de las comunidades mestizas. Sin embargo, la ad sólo ganó peso en este sector del electorado gracias a una serie de fusiones con partidos más pequeños, como los Demócratas Independientes y el ex Partido Nacional (el viejo partido pro apartheid).

La base social principal de la Alianza Democrática sigue siendo la población blanca de clase media. Sin embargo, a medida que la gente se desespera por el aumento del desempleo y la incapacidad del gobierno para proveer servicios básicos, además de la creciente corrupción, la ad, como principal partido de oposición, comienza a tener un cierto eco y apoyo en los suburbios y barrios negros.

Es probable que en las próximas elecciones una alianza de pequeños partidos, entre ellos la escisión disidente del CNA en el momento de la caída de Mbeki, y el Congreso del Pueblo formen una coalición con la Alianza Democrática y se fusionen posteriormente. De esta manera la ad podría ampliar su apoyo en algunos municipios y suburbios africanos. Con todo, las clases medias negras apoyan principalmente al CNA y son movilizadas mediante un nacionalismo chovinista africano.

Una Izquierda Más Allá Del Progresismo


Eduardo Gudynas Brecha. Semanario Brecha

En América del Sur, allí donde existen gobiernos progresistas, las izquierdas que no participan de esas administraciones han navegado casi en solitario. Pero poco a poco se están reorganizando, alimentadas por las contradicciones de esos gobiernos. En Ecuador ese proceso se está acelerando, y una coordinadora de partidos y grupos de izquierda logró unificarse para presentar un candidato presidencial único para las próximas elecciones. Los gobiernos progresistas sudamericanos son un conjunto muy heterogéneo: van desde la impronta bolivariana de Hugo Chávez en Venezuela, hasta la moderación institucionalizada uruguaya. Todos ellos se han presentado como promotores de cambios, en unos casos revolucionarios –de acuerdo a las versiones de Bolivia, Ecuador y Venezuela–, y en otros más modestos, como el “protosocialismo” que defienden algunos integrantes del Frente Amplio. 

En ese contexto, los grupos de izquierda que no integraron inicialmente esos gobiernos quedaron muy relegados, con un bajo perfil y en muchos casos con escasa adhesión electoral. Pero a medida que los años se sucedieron, acumularon contradicciones, sumaron unas cuantas desilusiones, y esa izquierda que estaba fuera de los gobiernos comenzó a reorganizarse. Este viene siendo un proceso lento y trabajoso, por ejemplo en Argentina y Brasil, pero ha cobrado un fuerte ímpetu en Ecuador.

Tensiones y desilusiones

Mirando la situación ecuatoriana con ojos uruguayos parecería que en ese país está en marcha un gobierno mucho más volcado a la izquierda. 

El actual gobierno ecuatoriano es liderado por Rafael Correa, quien asumió inicialmente en 2008 tras un período de profunda crisis política y económica. Después de la caída de Lucio Gutiérrez, un grupo de líderes políticos y ciudadanos que durante años venía pujando por una renovación de la política partidaria conformó el movimiento Patria Altiva i Soberana [sic] (pais), desde donde catapultaron a Correa. Éste exhibió una gran capacidad para desempeñarse como candidato, con buenas dosis de carisma, complementando su formación como economista. Ya en el gobierno, logró avances iniciales significativos en varios frentes: lanzó con éxito la redacción de una nueva Constitución, fortaleció a un aparato estatal muy debilitado, aumentó su control sobre los recursos petroleros, redujo la pobreza, instaló programas de asistencia a los más pobres por medio de pagos mensuales, fortaleció la obra pública, y el país apareció como un destacado promotor de la integración latinoamericana. La retórica del gobierno es por momentos muy fuerte, en comparación con las escalas uruguayas, dados los repetidos llamados a la “revolución ciudadana” o el “socialismo del siglo xxi”. 

Se hicieron muchas cosas, y en un lapso corto. Pero con el paso del tiempo la administración de Correa también comenzó a mostrar tensiones y no pocas contradicciones. Se mantuvieron estructuras económicas tradicionales, la reducción de la pobreza se enlenteció y se cayó en discutibles batallas contra el periodismo. El papel del país como exportador de materias primas se reforzó, y Correa se lanzó a promover la minería a gran escala a cielo abierto. 

Reclamos y protestas ciudadanas comenzaron a volverse más frecuentes. La respuesta de Correa fue, en unos casos, burlarse de ellas, tratándolas de infantilismos de izquierda; en otros las criticó duramente, y más recientemente se enfrascó en judicializarlas y criminalizarlas. 

Si se repasan estas y otras particularidades de la situación ecuatoriana, sin duda hay muchas diferencias con Uruguay, pero también aparecen unas cuantas similitudes, como el reforzamiento de una economía exportadora de materias primas o la insistencia en la minería. 

Entre esos avances y retrocesos, distintos actores de la izquierda ecuatoriana que inicialmente fueron apoyos clave para el gobierno comenzaron a desilusionarse, y poco a poco abandonaron el gobierno, o quedaron en posiciones contrarias. Es cierto que este fenómeno de la “desilusión” es una sombra que está presente en otras izquierdas gobernantes. Ocurre allí donde muchos actores políticos consideran que la marcha gubernamental no cumple con las expectativas de lo que podría llamarse un “espíritu de izquierda”. Esto puede deberse a muy distintos motivos; por ejemplo, que unos esperaban reformas económicas más profundas, mientras que otros consideran que su propio sueño de la revolución no se concretó. 

Paralelamente, el progresismo gobernante alimenta esta situación al presentarse a sí mismo como la única opción viable de cambio, como la verdadera representación de la izquierda, y cerrando prácticamente todas las puertas al debate y la renovación ideológica. Esto hace que muchos militantes abandonen las cuestiones políticas.
Ese humor estuvo muy presente, para poner un caso, en Brasil durante la campaña de reelección de Lula da Silva en 2006, y es ahora muy claro en Bolivia, frente a la marcha del gobierno de Evo Morales. En este terreno hay similitudes con Uruguay, donde también se palpa una mezcla melancólica de desilusión y desinterés de una porción de la izquierda frente al gobierno de José Mujica. 

De todos modos, muchos de los que se colocaron por fuera de los apoyos o participación en estos gobiernos en una primera etapa parecen evitar el debate público. Para varios de ellos la razón es muy simple: más allá de sus diferencias con esos gobiernos, entienden que la oposición conservadora es mucho peor, y no desean que sus cuestionamientos puedan fortalecerla. Esto sin duda está presente en Bolivia, donde la derecha política defiende ideas muy conservadoras, sigue añorando las reformas neoliberales y tiene unos cuantos reflejos autoritarios. En Brasil, en cambio, la situación es mucho más compleja, ya que parte de esos sectores conservadores son aliados del Partido de los Trabajadores en la coalición que sostiene al gobierno.
Pero esas actitudes no duran para siempre. La postura de muchos desilusionados cambia, regresan sus ánimos militantes, entienden que su número es cada vez mayor y por lo tanto ven posible el retorno a la militancia, renace la discusión ideológica, y se tejen nuevas alianzas con los movimientos sociales. Parecería que en algún momento se cruza un umbral, y muchos de esos actores desencantados o retraídos comienzan a reorganizarse, reaparece la pasión y retornan a la arena política. Eso es lo que estaría pasando en Ecuador. 

Reorganización 

Los distintos partidos de izquierda y movimientos sociales que no participan del gobierno de Correa iniciaron un proceso de acercamiento. Su primera meta fue lograr la unidad, lo que no siempre es sencillo. Ese esfuerzo fructificó en la Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las Izquierdas, con una composición mixta. Por un lado la integran partidos consolidados, como el Movimiento Popular Democrático (mpd) o el Pachakutik (que es la expresión de las organizaciones indígenas), grupos políticos (que provienen por ejemplo del socialismo), y por otro lado movimientos como Montecristi Vive. 

Ante la necesidad de comenzar a prepararse para las elecciones presidenciales de 2013, esta coordinadora apeló a una práctica novedosa: seis precandidatos presidenciales recorrieron el país conjuntamente para presentar sus propuestas. El proceso finalizó el 1 de setiembre, en una convención con unos 5 mil participantes, donde se eligió a Alberto Acosta como candidato presidencial. 

Acosta es un economista nacido en Quito en 1948 y con más de tres décadas de militancia junto a los movimientos sociales y las izquierdas ecuatorianas. En esto se diferencia de Correa, quien es un recién llegado a la política. Pero a la vez, Acosta estuvo muy cerca de Correa, ya que fue uno de los ideólogos clave de la conformación inicial del movimiento pais, fue ministro de Energía y Minas en el primer gobierno del actual jefe de Estado, seguidamente fue el candidato más votado a la Asamblea Constituyente, de la que fue designado presidente. 

En los trabajos de esa Constituyente, a inicios de 2008, se acentuaron las contradicciones entre Acosta y Correa, y entre una izquierda renovada y un progresismo convencional. Mientras que Acosta deseaba profundizar el esquema de derechos y garantías de la nueva Constitución, Correa buscaba acelerar las deliberaciones para poder retomar su campaña política. En aquellas circunstancias, Acosta renunció a la presidencia de la Asamblea Constituyente. A partir de ese momento se acentuó el perfil de Correa volcado al progresismo extractivista, calificó a quienes lo critican por izquierda como “infantiles”, indicó que la nueva Constitución tiene demasiadas garantías, y aplicó medidas de judicialización contra sus críticos (según algunos análisis hay más de 200 líderes ciudadanos con causas judiciales abiertas). 

A pesar de sus antecedentes, Acosta no es un político clásico. Algunos dirían que es casi uruguayo: es sobrio, no canta ni baila en los actos políticos, algo que otros candidatos han vuelto tan común. Es uno de los economistas más respetados de Ecuador, ha sido docente universitario pero también acompañó a los movimientos sociales, por ejemplo aquellos que denunciaban la deuda externa. Mantiene relaciones estrechas con los movimientos indígenas, defiende posturas de pluralidad cultural, y es también un defensor de los derechos de la naturaleza. Estos rasgos son muy difíciles de encontrar en Uruguay, donde los más encumbrados economistas en el gobierno han dejado de discutir algunos temas de la izquierda clásica, como el endeudamiento extranjero, y ahora celebran a las calificadoras de riesgo. Y por cierto, están muy lejos del ambientalismo. 

Todo esto hace que la candidatura de Acosta posiblemente represente uno de los primeros ejemplos de una divergencia entre izquierda y progresismo. La primera mirada busca una renovación de los compromisos con la justicia social y ambiental, desde una visión crítica del desarrollo contemporáneo, mientras que la segunda se mantiene enfocada en lograr el crecimiento económico y asegurar la inversión extranjera como ingredientes clave para una justicia muy recostada en la redistribución económica.

Éticas de Crisis



Periódico La Jornada. 15 de septiembre de 2012.

Éticas de crisis es el título del libro más reciente del poeta y filósofo Josu Landa 

Algunos confunden educación con erudición superflua por Internet Los avances en una ciencia subordinada a la tecnología se dan al precio de un deterioro de la cultura, sostiene
La crisis de 2008, secuela de prácticas descaradamente inmorales

En su libro más reciente, Éticas de crisis, el poeta y filósofo Josu Landa sostiene que desde hace tiempo vivimos un proceso de decadencia y sugiere que está en marcha una especie de biotiranía sustentada en la técnica, que nos limita como seres vivos y pensantes, entre otros temas esenciales para entender la circunstancia actual en el mundo. 

La crisis de 2008, la más grave de todas, no sólo se debió a las contradicciones inherentes al capitalismo neoliberal, sino a prácticas descaradamente inmorales, asevera. 

–Mientras la mayoría de personas asume, con casi todos los gobiernos del mundo, que atravesamos una crisis económica, sabemos también que hay epidemia mundial de depresión, de infelicidad, y usted como filósofo diagnostica en su último libro, Éticas de crisis, que vivimos en un mundo-frontera, en un proceso crítico-decadente. 

–Sí, considero que lo que nos pasa aquí, en América Latina, y también en los países del primer mundo es algo más profundo y grave que una crisis financiera. Desde hace tiempo vivimos un proceso de decadencia, que engloba reiterados momentos de crisis económicas, políticas y culturales. O sea, se está acabando un modo de ser en el mundo y eso se refleja en las formas de vida de las personas. 

Un solo botón de muestra: para los de mi generación, tener un buen nivel cultural, poder conectar con los saberes y sabidurías grecolatinas, medievales, renacentistas, ilustradas, modernas, mesoamericanas, orientales... era un valor indiscutible, con implicaciones en nuestras vidas. 

Efecto calculadora 

“Ahora –prosigue Josu Landa–, esos vínculos se han cortado; todo queda en erudición superflua accesible por Internet (que muchos confunden con educación), algo puramente funcional de cara al éxito económico-social, sin compromiso con el ethos. Se trata de lo que llamo el ‘efecto calculadora’. No es lo mismo hacer uno las sumas y las restas, familiarizarse con el manejo de los números, el álgebra, la geometría, que esperar todo de un aparato que hace hasta las operaciones más sencillas, sustrayendo a uno de la conciencia de sus raíces, sin que sean parte de mi mente. 

“Me parece que está en marcha una especie de ‘biotiranía’ sustentada en la técnica, que nos disminuye como seres vivos y pensantes y pretende que nuestros cuerpos y mentes dependan en todo de procesos y dispositivos impuestos por diversas instancias de poder (no sólo político) y por el mercado. Ahora es casi imposible que uno repare el coche por su cuenta, porque todo está tramado para depender de la cibernética (aparte de que ya a muchos les metieron la idea de que prescindir del coche es de locos). 

“Inducen a uno a creer que es imposible curarse de nada, si no acepta todos los protocolos de la actual medicina y la industria farmacéutica... Así es como un modo de ser en el mundo se derrumba, al tiempo que se nos impone adaptar nuestras vidas a ese movimiento decadente y nos zarandean a cada rato las situaciones críticas que eso genera. No es de extrañar que esto fomente la depresión, la infelicidad, la enfermedad. 

–¿Cómo identificar la decadencia en medio de esta ultramodernidad y la euforia tecnológica que la define como tal?, ¿puede darnos más precisiones? 

–Vivimos en medio de un progreso técnico inusitado. Eso está a la vista y parece contradecir la idea de una decadencia. Lo que pasa es que los avances en una ciencia subordinada a la tecnología y en la eficacia productiva se están dando al precio de un deterioro, no menos evidente, en el terreno cultural y ético. 

“Nos llenamos de aparatos y nos dejamos subyugar por fetiches banales, a costa del vaciamiento de nuestras almas. Mientras, pierde fuerza un modo de ser en el mundo, sustentado en una serie de valores firmes, como el del respeto absoluto a la vida o a la dignidad humana. Por ejemplo, va ganando terreno la confusión general, en el ámbito de la ética y la estética. Las mismas élites tradicionales sucumben a esto y se dejan llevar por un afán ilimitado de ganancias y poder, descuidando la formación de sus propios hijos, en su mayoría, a estas alturas, una bolita de bárbaros, eso sí, bien equipados, bien vestidos, rodeados de tecnología de punta y forjados al estilo de los medios, el marketing y las revistas de moda, pero con la cabeza hueca. 

“Esto ya no es una crisis propiamente, porque una crisis, por definición, es relativamente breve, ya que es un momento en el que se decide la vida o la muerte de un proceso social o político focal bien determinado. Finalmente, una crisis se resuelve en un resultado equis y las cosas siguen su curso, dentro de un orden de cosas. La decadencia, en cambio, no tiene solución, sino un desenlace a largo plazo, una difuminación en un orden en proceso de definición y cuyas características nos resultan imprevisibles desde nuestro presente. 

Por supuesto, no niego que existan crisis; lo que digo es que las graves crisis del presente se insertan en un proceso global de decadencia y que ésta debe interesarnos, no para impedirla, ya que es inevitable, sino para tratar de reflotar lo más radicalmente humano, en medio de la confusión y la barbarie, en el entendido de que el mundo podría o debería abrirse a un orden civilizatorio mejor que el que ahora se diluye. 

Atrocidades en todos los tiempos 

–En su libro, sostiene que la situación de Grecia, en los tiempos de Alejandro Magno, era similar a la nuestra y que por eso deben interesarnos las filosofías de aquella época. ¿En qué términos debe entenderse esto? 

–Con la entronización de Alejandro de Macedonia, en 336 aC, culmina un proceso decadente, que convierte a Atenas en algo muy distinto a lo que había sido. La Atenas modélica de Pericles, con una democracia ejemplar (aunque también con serias limitaciones), se somete a una monarquía absoluta, en medio de convulsiones políticas, hambrunas, guerra, destrucción, muerte y las peores desmesuras. En medio de ese horror, la tradición filosófica griega deriva en una serie de escuelas, en su mayor parte deudoras del socratismo, que ofrecen la posibilidad de vivir bien, pese a las enormes adversidades del entorno. A eso me refiero, cuando hablo de una analogía entre aquellos tiempos y los nuestros. Hay una especie de narcisismo negativo, que nos lleva a pensar que a nadie en la historia le han tocado males tan graves como los que nos afectan a nosotros. 

“Cuando uno observa lo que ha sido la historia de las civilizaciones, descubre atrocidades igual de graves que las de nuestro tiempo, aunque el poder de destrucción hoy es mayor que nunca. Una monstruosidad como la aniquilación total de Cartago por los romanos, por ejemplo, es cualitativamente equiparable a cualesquiera de los grandes genocidios que se dieron en el siglo XX. A lo que voy es a que, en tiempos así, la filosofía se presentaba como una forma de vida apta para enfrentar efectivamente las peores calamidades, cultivando el ethos, el juicio recto, la autarquía, el control de los deseos, la imperturbabilidad, la indiferencia ante los valores banales, el cuidado de sí, la vida feliz, la cosmopolítica, etcétera. 

“Para mí, la tradición filosófica es mucho más que un depósito de tesis a interpretar desde la curiosidad teórica, histórica o filológica. Para mí, la filosofía es una corriente viva de uso de la razón o de producción de verdad, centrada en el propósito de vivir bien en este mundo. Y lo que planteo, en concreto, es que escuelas como el cinismo, el epicureísmo, el estoicismo, el pirronismo (sin menoscabo de las contribuciones de Platón y Aristóteles) se sustentan en una forma de vida que mantiene su vigencia también en nuestro tiempo. Aunque debo aclarar que no propongo una copia al calco o un seguidismo ciego de sus doctrinas, sino su resignificación crítica y creativa, conforme con las particularidades de nuestro presente y tomando en cuenta todo lo que la filosofía, la ciencia y algunas éticas de procedencia más bien religiosa, en Oriente y Occidente, ha generado en los pasado 2 mil años.” 

Capitalismo depravado 

–En su libro fustiga a lo que llama capitalismo depravado, que impone y expande la actual globalización del mercado. ¿Las éticas de crisis serían las medicinas o recetas para hacer frente a las secuelas de ese modelo económico? 

–La crisis de 2008, la más grave de todas, no sólo se debió a las contradicciones inherentes al capitalismo neoliberal, sino a prácticas descaradamente inmorales. Para colmo, en lugar de suplantar el modelo que derivó en esa catástrofe, los factores de la economía global siguieron en sus trece, tratando de enriquecerse sin escrúpulo ni medida. Por eso hablo de un capitalismo depravado. 

“No tengo recetas para enfrentar la actual decadencia con crisis, pero pienso que es posible intentar estratagemas integrales, que equilibren políticas públicas con un exigente cultivo del ethos personal. Todos los programas político-sociales son imperfectos, pero unos son preferibles a otros. Los proyectos de corte capitalista responden a una lógica de explotación y acumulación desaforada de riqueza, que descansa en el consumismo ilimitado, en la destrucción irracional de recursos naturales y en la enajenación de las vidas de inmensos contingentes de personas. Por ejemplo, eso conlleva una exacerbación mediática y publicitaria del deseo, que al no poder ser satisfecho, abre paso a la frustración, al resentimiento individual y social y a la violencia. Si a eso se le suma el debilitamiento o la ausencia de contenciones como las que aporta la buena educación, la solidaridad comunitaria, la ley justa, el desarrollo ético constante, los grupos de ‘religación’ positiva y realizadora (que vienen a ser algunas religiones), la asunción de valores positivos, una idea clara del sentido de la vida... la situación no puede ser distinta a la que conocemos en el país y casi todo el mundo. 

“Junto a la transformación de las actuales relaciones sociales, que derive en una economía justa y una política centrada en el bien común y en la felicidad colectiva, tiene que darse un cultivo creador, transformador del ethos de cada quien. Ésa es la parte que nos ofrecen las éticas rigurosas que inventaron los griegos, entre ellas las que llamo ‘éticas de crisis’. Con ellas podemos ‘curar’ nuestro ethos, nuestro ser interior, aprendiendo a encauzar adecuadamente el deseo, a contentarnos con lo estrictamente necesario, a respetar a los otros y a la naturaleza, a procurar la radical libertad que da la conformidad con el mundo, a evitar toda desmesura, a despreciar valores banales, a preferir los placeres más elevados, a cultivar nuestra interioridad para poder ayudar a mejorar la vida propia y la de todos quienes nos rodean.”

Entrevista a Ulrich Brand Politólogo y Economista Alemán.


"NO PODEMOS PENSAR EN EL PLANETA SI NO PENSAMOS EN LA EMANCIPACIÓN SOCIAL"


Verónica Gago y Diego Sztulwark.



–¿Cómo se vincula hoy la crítica al desarrollo y la cuestión de la crisis?
–En la cumbre de Copenhague de 2009 sobre el cambio climático por primera vez se formuló desde los movimientos sociales, y más allá de las ONG, una crítica muy fuerte diciendo basta a este modo de gestión global de los recursos. Esto se articula de modo directo con la crisis actual, aunque ya encontramos en el siglo XIX el debate entre Marx y Sismondi referido a qué significa el crecimiento como solución a los problemas. Esta vez, el disenso se articuló también entre las elites. Por ejemplo, Amartya Sen y Joseph Stiglitz dijeron que había que reconocer estas críticas frente a lo que se proponía como salida dominante: redinamizar el crecimiento. Por supuesto, hay cierta historia y cierta preocupación por cómo salimos de la crisis. Está la respuesta neoliberal, que es hoy la dominante en Europa y que consiste en la receta de la austeridad. Luego, la respuesta keynesiana, que pide inversiones y consumo interno para empujar la economía. Y, más al margen, está el debate sobre qué hacemos con el crecimiento. Algunos iconos al respecto son personas como el inglés Tim Jackson, que propone una fórmula ya famosa: bienestar sin crecimiento.

–¿Qué opina de esta posición a favor del decrecimiento?
–La postura del decrecimiento restringe el crecimiento a un materialismo inocente, muy positivista, que cree resolver los problemas ecológicos a través de menos consumo, menos producción, más eficacia en el uso de recursos. Lo que se pierde en esta discusión es que el crecimiento supone la comodificación de relaciones sociales y de la naturaleza. Esto significa que desde el decrecimiento no se piensan las formas sociales del crecimiento, ya que no se las vincula con las formas capitalistas ni con la cotidianidad de la gente. Otro problema es que todavía en Europa no se debate en serio sobre el desarrollo porque se sigue viendo como un concepto destinado únicamente al sur. Es por eso que desde el norte no surge una crítica al desarrollo.

–¿La postura del decrecimiento se presenta como anticapitalista? –Quienes argumentan a favor del decrecimiento hablan de una crisis del capitalismo, pero sin pensar cómo terminar con las formas sociales capitalistas. No es suficiente. Hace veinte años que Japón no crece y es una sociedad capitalista. Argentina en los ’80 y ’90 no creció. Pero la cuestión es cambiar la forma del valor, la forma de la mercancía, la forma política del Estado. El capitalismo no se acaba sin crecimiento. El capitalismo es acumulación de capital. Y si hay crecimiento económico esa acumulación es más suave porque se puede repartir. Si no hay crecimiento, como ahora en Europa, la respuesta del capital es la austeridad o las privatizaciones. El carácter hegemónico del capitalismo se reproduce mejor cuando hay crecimiento. Pero decir que el no crecimiento lleva a que el capitalismo se acabe para mí es una tontería.

–¿El término posdesarrollo es más abarcativo?
–Sí. Es un debate mucho más pequeño, pero tiene como eje criticar los fundamentos epistémicos del desarrollo como valor universal y las relaciones de fuerza que están allí implicadas. El desafío es llevar este debate más allá, hacia lo que llamo modo de vida imperial, es decir, a cómo se sustenta cierto desarrollo incluso desde el punto de vista de la vida cotidiana.

–¿Esto incluiría una crítica a la modernidad?
–Exactamente. Acá, en el sur, es posible hablar de crisis civilizatoria, como algo mucho más profundo. En el norte, en cambio, la perspectiva es más estrecha: desde la izquierda se habla de crisis del capitalismo y la mayoría de los analistas simplemente señala la crisis del neoliberalismo como una crisis coyuntural que se resolvería con una mayor intervención del Estado.

–¿Cómo la definiría usted?
–Diría, en primer lugar, que es una crisis múltiple. Esto significa que no es solamente una crisis económica ni una crisis financiera, como plantea la perspectiva keynesiana. Desde ese análisis se propone que hay que regular los mercados financieros, hacer más inversión pública y luego se llegará a otro modelo de crecimiento. Yo diría, en cambio, que hay que pensar en la transformación del modo de producción y del modo de vida. Si finalmente esto implica crecimiento o no, lo van determinando las luchas concretas en contra de ciertas formas de la economía que sólo se median por dinero.

–¿Qué otras economías desafían la noción clásica del crecimiento?
–Me interesa abrir el debate sobre qué significa una economía de lo común, o solidaria, que no es parte de un crecimiento formal, pero que es parte efectiva de una vida mejor. Por ejemplo, esto implica discutir qué significaría en una ciudad como Buenos Aires la posibilidad de cuadruplicar el transporte público con precios muy bajos y no pensarlo como algo contra el crecimiento, sino en términos de aumento de movilidad de la población. En Europa, las huertas comunitarias hacen que un 20 por ciento de la comida esté asegurada por esa vía, lo cual implica un decrecimiento puro desde cierta lógica, pero es sobre todo un mejoramiento concreto de la vida.

–Es muy difícil, de todas maneras, romper la idea de que el crecimiento es bienestar...
–El crecimiento no puede ser una cuestión de creencias de la que se está a favor o en contra. Es un efecto de un acumulado de luchas. La cuestión para mí es si somos capaces de ampliar el espacio de la producción común, de la producción no capitalista.

–¿Cuál es la capacidad efectiva de esas otras economías?
–La economía pública-estatal es mercantil, sólo que se maneja el precio de un modo más político. La economía común, en cambio, es no mercantil. En el 2004, la estadística alemana hizo un cálculo que decía que había 56 mil millones de horas de trabajo asalariado y 96 mil millones de horas de trabajo no asalariado. ¿Qué significa esto? Que la referencia cuando se habla de trabajo no puede ser únicamente el trabajo asalariado. Hay que abrir esta idea, como ya han hecho las feministas, incluyendo las horas de cuidado y de actividad política o comunitaria como actividades centrales para mantener la sociedad. Me parece importante la perspectiva “4 en 1” de la filósofa Frieda Haug, que propone la orientación de vivir cuatro horas de trabajo asalariado, cuatro horas de un trabajo para nosotros mismos, cuatro horas de cuidado y cuatro horas de trabajo para la comunidad o de trabajo político, como forma de rearticular los modos del hacer y la idea misma de lo común.

–Usted habla desde una perspectiva de la ecología política. ¿Qué implica?
–La economía neoclásica supone que la sociedad se aprovecha de la naturaleza y la tecnología resuelve los problemas y los límites que van apareciendo. Para la economía ecológica los límites sí son un problema y se concentra allí. La ecología política, que es mi punto de vista a partir de la Escuela de Frankfurt, va un paso más allá: sostiene que la reproducción material de las sociedades es un proceso de dominación de la naturaleza en el mismo sentido que las relaciones de dominación que estructuran la sociedad. No podemos pensar en salvar el planeta si no pensamos la emancipación social. Me niego a tomar los límites del planeta como punto de partida.

–¿Entonces...?
–El punto de partida es la dominación social, la cual por supuesto implica un modo de dominación de la naturaleza. Y esto lleva a la pregunta bien concreta de cómo nos reproducimos en el contexto de la movilidad, de las ciudades, de las viviendas, del campo, de la sexualidad, de la comunicación, de lo que comemos. Acá hay un campo de formas de reproducirse materialmente que no son parte del mercado capitalista. La pregunta entonces cambia: ¿cuáles serían las formas emancipatorias de tratar con la naturaleza cambiando los modos de vivir en la ciudad, de moverse, de construir vivienda, de producir, etc.? En este punto la cuestión de la decisión democrática es decisiva.

–¿En qué sentido?
–¿Quién decide, por ejemplo, las formas de salida de la crisis en Argentina del 2001? Podríamos decir: es la soja, una forma de comodificación de la naturaleza. También la minería. Que es un modo de ver a la naturaleza como recurso. ¿Quién decide, por ejemplo, los materiales con los que se van a construir los celulares de la próxima generación? Son los núcleos de investigación y desarrollo de algunas empresas, no es la investigación pública. Si no ponemos sobre la mesa la cuestión de la democracia, es decir, quién decide cuáles son los corredores de salida de la crisis, la salida tarde o temprano es la austeridad. Ustedes en Argentina lo saben mejor que nosotros. En esto es urgente juntar la perspectiva roja y verde: si no luchamos hoy a favor de la democratización y nos quedamos en una posición defensiva, como los keynesianos, la próxima crisis se resuelve por medio de la austeridad del capitalismo autoritario.

–Insiste en que no se trata de una cuestión formal, ¿cómo se logra?
–Vinculando esto con la experiencia cotidiana de la gente. Porque democracia acá no es algo formal, sino cómo yo me apropio de la vida, cómo vivo. El problema es cuando la cuestión ecológica y la cuestión democrática van por caminos diferentes.

–¿Qué significa lo que llama el modo de vida imperial?
–Es la pregunta por cómo se está universalizando un modo de vida que es imperial hacia la naturaleza y las relaciones sociales y que no tiene ningún sentido democrático, en la medida que no cuestiona ninguna forma de dominación. En este sentido preciso, el modo de vida imperial es no democrático. El modo de vida imperial no se refiere simplemente a un estilo de vida practicado por diferentes ambientes sociales, sino a patrones imperiales de producción, distribución y consumo, a imaginarios culturales y subjetividades fuertemente arraigados en las prácticas cotidianas de las mayorías en los países del norte, pero también, y crecientemente, de las clases altas y medias an los países emergentes del sur.

–¿Se trata de una generalización en distintas escalas?
–Cuando hablamos de generalización, no insinuamos que toda la gente esté viviendo igual, sino que existe una especie de lógica de desarrollo ampliamente aceptada, que se inscribe en estructuras coercitivas y dispositivos de acción. A pesar de que la crisis ecológica se politizó en los últimos tiempos y es también percibida como un problema en el discurso dominante, parece que los patrones de producción y consumo y los patrones culturales subyacentes se están consolidando y generalizando a nivel global con el apoyo del Estado y de la esfera política.

–¿No puede pensarse que en la medida en que el sur amplía sus patrones de consumo aparece desde el norte una preocupación por los límites y la crisis ecológica del planeta?
–Desde los conservadores, efectivamente, se trata de contener el crecimiento del sur. Los neoliberales, en cambio, dicen ¡qué bien que el sur crece, necesitamos ampliar los límites y una creciente sustitución de la naturaleza por el capital a partir de los avances tecnológicos! El déficit del debate viene dado también porque ciertas izquierdas medioambientales tienen una perspectiva catastrófica. –¿Qué sostienen? –Un aspecto central en este contexto es la superación de la dicotomía entre la sociedad y la naturaleza, ampliamente difundida también en las fuerzas sociales y políticas progresivas. Políticamente, esta dicotomía se refleja, entre otras cosas, para servirse de la cuestión ecológica en contraposición a la cuestión social. La tendencia de declarar a la ecología como contradicción secundaria se manifiesta precisamente en la actual crisis económica, en la cual el catastrofismo ecológico (“Nos queda muy poco tiempo”) y la ignorancia (“Ahora no hay tiempo para eso”) están formando una alianza peligrosa.

–¿Cómo se discute esto en Europa?
–Hay un consejo muy importante del gobierno alemán que cada año hace un informe y que ahora diagnostica que necesitamos una “gran transformación”. Se refieren, sin embargo, a una transición: la perspectiva es la renovación de un Estado que ahora se ve como capturado por los neoliberales. Esto supone que una vía de salida a la crisis es poner precio a la naturaleza. No es sólo una posición neoclásica, es también keynesiana y de la economía ecológica. Todos comparten un mismo argumento: la naturaleza necesita un precio. Hay un famoso informe sobre biodiversidad en 2008 que sostiene que la única manera de salvar la biodiversidad es que se sepa su precio.

–¿El eje queda puesto en el papel del Estado?
–El debate queda encapsulado en la renovación del Estado. El neoliberalismo se asocia únicamente al imperio del mercado y hoy se supone que con el Estado interviniendo en la economía estaríamos en otra fase. Pero cuando hablamos de transformación hablamos de algo mucho más profundo: de la transformación de los modos de vida y las relaciones de producción, lo cual no puede empezar por el Estado. El Estado asegura las relaciones existentes, claro que resuelve algunos problemas, pero siempre al interior de la lógica capitalista. Hablando teóricamente, hay que pensar cuáles son los actores de la gestión y cuál es el objeto de la gestión, qué se quiere gestionar.

–Volviendo el eje al sur. ¿Cómo pensar una alternativa
?
–Hay un miedo a China. El sur se tematiza como competidor industrial, por ejemplo India. Y como lugar de donde provienen los recursos. Pero no se lo percibe más allá de la competitividad internacional, dentro del paradigma global actual. Hay que impulsar el debate sobre qué sería una regulación del mercado mundial a partir de las luchas sociales. Por ejemplo, ¿qué pasaría si Bolivia exportara un tercio de lo que exporta hoy, pero manteniendo una renta que le permita una distribución democrática? ¿Cómo pensar que el mercado mundial debe pagar mucho más por un recurso que se extrae del sur? Esto tiene que ver, por supuesto, con las relaciones de poder. Y por eso la respuesta a nivel latinoamericano puede ser organizar un cartel de precios, imponiendo que Europa deba pagar tres veces más. Y la justificación debería ser la presión que imponen las luchas en este continente a favor de distribución más justa de la riqueza y de un extractivismo moderado.

–¿Supondría que los Estados, presionados por las luchas, negocian a nivel global otros precios?
–Es lo que hace la Unión Europea con los productos agrarios, que son tres veces más caros que en el resto del mundo. Entonces, cada tonelada de carne que viene de Argentina a Europa inmediatamente se triplica en precio. Esto no es decisión pura del Estado, sino presión social.

–¿Por qué tiene tanta repercusión el concepto del “buen vivir”?
–Porque implica tomar en serio que hay otras formas de reproducción social, material y espiritual, que no son capitalistas. Lo cual abre un espacio para repensar, a la altura de la modernidad, eso que llamamos buen vivir. Tomando por supuesto en serio los avances tecnológicos, las nuevas experiencias, las redes internacionales, etc. El riesgo es petrificar el buen vivir como algo indígena, puramente autóctono.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Ambientalistas e Indígenas Contra Mercado de Carbono


Edgardo Ayala. Noticias aliadas, desde San Salvador 





Ambientalistas e indígenas centroamericanos redoblan esfuerzos para evitar que gobiernos de la región participen en un programa impulsado por el Banco Mundial (BM) que busca incluir a esas naciones en el mercado de carbono, porque afirman que tendrá efectos negativos para el medio ambiente y para las personas.

Organizaciones sociales han enviado cartas al Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF, por sus siglas en inglés), la instancia del BM que coordina el mencionado programa, exigiendo que sean rechazadas las peticiones de ingreso hechas por gobiernos del istmo o que se aclaren una serie de deficiencias e irregularidades detectadas.

“Hacemos un llamado a los gobiernos de Centroamérica (…) y al FCPF del BM a que revisen y corrijan sus actuaciones”, reza la resolución del Encuentro Regional sobre Industrias Extractivas y Políticas Climáticas en Territorios Indígenas de Mesoamérica, celebrado el 17 de agosto en San Salvador, en el que participaron organizaciones indígenas de la región.

Varios gobiernos centroamericanos han iniciado ya el proceso para participar del Programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (REDD, por sus siglas en inglés), coordinado por el FCPF. Una vez aprobados todos los requerimientos de ingreso, en manos del llamado Comité de Participantes, los países podrán ingresar al mercado de compraventa de carbono del FCPF, de US$215 millones.

El Salvador envió el 1 de junio al FCPF una nueva versión del documento con el que pretende ir cumpliendo con los requisitos para entrar a REDD en el proceso conocido como de preparación, que puede extenderse hasta finales de año. Los requisitos tienen que ver con el desarrollo de sistemas para monitorear, medir y verificar emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que causan el calentamiento global. También incluyen la puesta en marcha de salvaguardas sociales y ambientales, las cuales no se están ejecutando, según las organizaciones demandantes. Honduras, Nicaragua y Panamá también se encuentran en el mismo proceso. 

REDD es un complejo mecanismo de desarrollo limpio (MDL) incluido en el Protocolo de Kioto sobre cambio climático, aprobado en 1997, cuyo objetivo es reducir las emisiones de GEI. Cada país que ha ratificado el Protocolo de Kioto tiene asignadas cuotas de emisión de GEI que no debe sobrepasar. Si un país o empresa ha sobrepasado esos límites y no cumple con sus cuotas de reducción de GEI, tiene la posibilidad de comprar créditos o bonos de carbono. 

Un bono de carbono es el derecho a enviar a la atmósfera una tonelada de dióxido de carbono (CO2), uno de los seis GEI. Esto quiere decir, por ejemplo, que si una empresa que tiene un límite de emisión de 100,000 TM de CO2 anuales, supera esa meta y emite 10,000 TM más, debe adquirir bonos de carbono equivalentes a ese exceso. A su vez, los proyectos que dejan de emitir GEI pueden obtener Certificados de Reducción de Emisiones (CER); cada CER representa una TM que se deja de emitir a la atmósfera y puede ser vendido en los mercados de bonos de carbono. A este sistema se le conoce como MDL y REDD tiene que ver con temas forestales, ya que la quema o tumba de bosques generan GEI.

Estos bonos se negocian en dos tipos de mercado: el oficial, regulado por el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que establece las certificaciones, y el voluntario no regulado, en el cual ciertas empresas compran bonos de mercados futuros, como si fuera una bolsa de valores.

Críticas a REDD 

El programa es duramente cuestionado por organizaciones civiles centroamericanas e internacionales, porque advierten que esa es una forma de que los países ricos soslayen su responsabilidad de reducir sus emisiones de GEI.

“En lugar de implementar políticas que lleven a una reducción de sus emisiones, las naciones industrializadas quieren seguir con sus mismos patrones de consumo”, dijo a Noticias Aliadas Yvette Aguilar, experta salvadoreña en cambio climático. “Y mejor pagan a los países pobres para que lo hagan por ellos”.

En junio pasado, la Coordinadora Nacional de los Pueblos Indígenas de Panamá se quejó en una carta dirigida a funcionarios de la Autoridad Nacional del Ambiente y a la representante de las Naciones Unidas en Panamá, Kim Bolduc, por no destinar los recursos financieros prometidos para desarrollar proyectos sociales en los territorios indígenas.

En principio esos fondos estarían disponibles como parte del esfuerzo gubernamental para incluir a los pueblos autóctonos en el programa REDD que el gobierno está impulsando con el auspicio de las Naciones Unidas, conocido como UN-REDD.

“Nos sentimos utilizados en este proceso”, dice la carta.





Poco antes, una veintena de organizaciones civiles salvadoreñas escribieron también al FCPF, rechazando el proceso de inclusión a REDD en el que se encuentra el gobierno, y demandando que esa petición sea vetada porque de aprobarse “habría graves implicaciones para la sociedad salvadoreña, aumentando su vulnerabilidad y la frecuencia de los desastres”.





Eso, en la medida en que el programa no ataca el problema de fondo, como es el que las naciones que más contaminan, las industrializadas, hagan un esfuerzo serio por bajar sus emisiones de gases de efecto invernadero, dicen los expertos consultados.





Por su parte, la Confederación de Pueblos Autóctonos de Honduras (CONPAH) denunció en febrero pasado que el gobierno de ese país está dispuesto a llevar a cabo el proceso para participar del programa REDD sin consultar a esas comunidades indígenas y afrohondureñas.





“Es una violación a nuestros derechos, ya que como pueblos desconocemos el contenido y el alcance del programa, y tampoco se ha obtenido el consentimiento libre e informado como lo mandan las directrices del FCPF”, señala la CONPAH en una carta dirigida al ministro de Recursos Naturales y Ambiente de ese país, Rigoberto Cuéllar.





La CONPAH exigió la suspensión de toda actividad relativa al REDD en los territorios indígenas y afrohondureños.





Reducción de emisiones





La experta salvadoreña Maritza Erazo dijo a Noticias Aliadas que esos programas REDD pueden implicar el desalojo de las comunidades que habitan en los bosques, pues se deben cumplir a cabalidad los contratos que obligan a mantener intactas las áreas boscosas, lo que implica que no se pueden realizar ningún tipo de actividades productivas.





“Cuando este mecanismo se aplique, eso puede afectar a las comunidades indígenas o campesinas que allí viven, porque puede cambiarles su forma de vida; ellas ya no podrían por ejemplo hacer uso de la madera, para viviendas o combustible, porque eso podría considerarse como degradación del bosque”, dijo Erazo.





Los expertos consultados concordaron en que, además de los efectos para las comunidades y las personas, es el planeta el que está en juego, si no se reducen las emisiones de GEI. Y el programa REDD permite que las naciones industrializadas, las que más contaminan, no las reduzcan.





En las conferencias internacionales sobre cambio climático de Cancún, México, celebrada en noviembre del 2010, y la de Durban, Sudáfrica, en noviembre del 2011, las naciones industrializadas se desligaron de la obligación de bajar sus emisiones, como lo había establecido el Protocolo de Kioto, y en su lugar han ofrecido negociar en el 2015 una reducción que recién entrará en vigor en el 2020.





Ángel Ibarra, presidente de la no gubernamental Unidad Ecológica Salvadoreña, dijo a Noticias Aliadas que, así como está impactando el cambio climático, se necesita que las emisiones de gases de efecto invernadero bajen en un 50% hacia el 2020 para que el aumento de la temperatura del planeta no supere los 2°C.





“De lo contrario, la temperatura subirá a 4°C, con serias repercusiones para la vida”, acotó

Europeos: ¡Bienvenidos al Tercer Mundo!

Renán Vega Cantor. Rebelión

La crisis de la Unión Europea es de tal magnitud que puede llegar a poner fin a este experimento de integración neoliberal y capitalista y arrastrar consigo al euro, su símbolo monetario emblemático. La celebración de los juegos olímpicos, con todo lo que supone de derroche, opulencia y culto al consumismo y la mercantilización del cuerpo, ha posibilitado desviar la atención, por dos breves semanas, de la crisis europea, pero no ha podido detenerla, como es apenas obvio. Por lo general, esta crisis suele ser analizada desde el ámbito financiero, pero poco se recalcan en sus efectos sociales y la situación de los trabajadores.

1. Ciclos neoliberales

Un término adecuado para analizar la crisis actual es el de ciclos neoliberales. Tal denominación apunta a que, desde su aplicación inicial en Chile en 1973 hasta la actualidad, se han impuesto las políticas neoliberales de ajuste estructural en todo el mundo de manera sucesiva, desde América Latina, pasando por África, Europa Oriental, parte de Asia, hasta llegar ahora al propio corazón de Europa. Lo que hoy acontece en el viejo continente puede interpretarse como el último ciclo neoliberal, en donde se está aplicando a rajatabla el ajuste y se implementa el capitalismo del desastre que el resto del mundo ha experimentado en los últimos 30 años.

Esto en sí mismo no tiene nada de sorprendente, porque el neoliberalismo se ha convertido en la lógica dominante en el capitalismo contemporáneo. Lo sorprendente estriba en que la mayor parte de los europeos, incluyendo a los sindicatos, los partidos de una izquierda cada vez más light, la socialdemocracia y los intelectuales hayan creído que Europa era una fortaleza de bienestar, inexpugnable al capitalismo salvaje de nuestros días, y que podía seguir manteniendo, en medio de las políticas neoliberales, los logros sociales de la época del Estado Social. Esto se ha mostrado como una vana ilusión, que se derrumba de manera estrepitosa, recordándonos que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, la célebre máxima del Manifiesto Comunista.

Tras la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución de la Unión Soviética (1991), el capitalismo impuso la falaz idea que, eliminado el oso comunista, se podría efectuar, sin enemigos a la vista, la integración del mercado europeo y que, además, esto iba a extender el Estado de Bienestar en todos los países que se integraran a la Unión, incluyendo a aquellos que formaban parte del Pacto de Varsovia y de la órbita de influencia de la antigua URSS. En la perspectiva actual, queda claro que eso fue un embuste, el cual fue asumido en Europa hasta por los trabajadores, los sindicatos y lo poco que quedaba de izquierda, la cual en su gran mayoría abjuró de cualquier proyecto anticapitalista para abrazar sin condiciones y sin rubor el capitalismo realmente existente, cuyo crecimiento se ha basado, como siempre en la explotación de los seres humanos en las viejas y nuevas periferias.

Lo terrible del caso es que la efímera prosperidad de la Unión Europea de derroche y opulencia, que no ha durado ni 20 años pese a que se prometía que iba a ser eterna, se sustenta en la explotación de los trabajadores del mundo periférico, empezando por los de China, y en el saqueo de los bienes comunes (recursos naturales, minerales, biodiversidad) del sur y del este del planeta. El confort que disfruta una parte cada vez más reducida de la población europea es posible por el despojo a que es sometida otra parte del mundo, pero eso también se ha agotado y ahora la explotación intensiva de los seres humanos regresa a casa, es decir, a Europa misma.

2. Explotación intensiva de trabajadores europeos

Va quedando claro que el objetivo final de la Unión Europea desde un principio consistió en adormecer a los trabajadores con el consumo ostentoso y la mercantilización generalizada, para implantar a vasta escala la flexibilización laboral. En otras palabras, lo que se buscaba era imponer las condiciones de trabajo que caracterizan al capitalismo maquilero, en donde no existen límites, ni sociales ni políticos, para la superexplotación de los trabajadores. Por supuesto, esto no se ha impuesto de un día para otro, ni ha sido simétrico en todos los territorios que hoy forman parte de la Unión Europea, porque en algunos de ellos, sobre todo los de Europa oriental, eso se dio después de 1989. En otros países, como Francia e Italia, se ha ido abonando el terreno en la dirección de abaratar costos laborales, mediante la eliminación progresiva de conquistas sociales relacionadas con salarios, seguridad social y pensiones.

Lo que está sucediendo ahora es de otra magnitud, porque la crisis capitalista ha creado las condiciones para imponer de una vez por todas, a lo latinoamericano, el ajuste estructural, con el fin de “normalizar” a Europa, por lo que debe entenderse la imposición antidemocrática y brutal de la flexibilización laboral y todo lo que la acompaña en términos de privatización y mercantilización. No otra cosa es lo que está pasando en Grecia, España, Italia, Irlanda y viene camino en Francia y en otros países. Porque, además de todo, la crisis del capitalismo y del sector financiero, la están pagando los trabajadores, que así están perdiendo también lo poco que quedaba del añorado Estado de Bienestar, donde éste había existido alguna vez.

Eso se muestra con la reducción de la clase media, el aumento del desempleo –que alcanza en España la “envidiable” cifra del 24 por ciento-, la precarización laboral, el aumento de los suicidios, el incremento de la edad de jubilación, la reducción de la seguridad social, la mercantilización de la educación, vía Plan Bologna, la persecución de los inmigrantes y la salida masiva de jóvenes, que forman parte de un nuevo tipo de expatriados del mundo actual, que podemos empezar a denominar como nordacas.

En términos laborales y sociales, en Europa está agonizando lo poco que quedaba de Estado de Bienestar y se ha hecho añicos la pretensión socialdemócrata de que era posible, luego de la desaparición de la URSS, construir un capitalismo con “rostro humano”. La verdadera cara del capitalismo, con su cortejo de miseria, injusticia y desigualdad que se sustenta en la explotación intensiva de los trabajadores, ha regresado en forma brutal a Europa. Por ello, puede sugerirse que en los aeropuertos de Paris, Frankfort, Roma, Londres y otras ciudades de la “civilizada” Europa, en lugar de los carteles publicitarios en los que se alaban las virtudes mágicas de su cultura y su moneda común, el euro, ahora se coloque un aviso más realista en el que se diga: “Europeos, bienvenidos al Tercer Mundo”.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Discurso de Fidel Castro el 11 de Septiembre de 2001

Ninguno de los actuales problemas del mundo se puede resolver por la fuerza



“Hoy es un día de tragedia para Estados Unidos. Ustedes saben bien que aquí jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano. Quizás, precisamente por su cultura y por su falta de complejos, al sentirse plenamente libre, con patria y sin amo, Cuba sea el país donde se trate con más respeto a los ciudadanos norteamericanos. Nunca hemos predicado ningún género de odios nacionales, ni cosas parecidas al fanatismo, por eso somos tan fuertes, porque basamos nuestra conducta en principios y en ideas, y tratamos con gran respeto —y ellos se percatan de eso— a cada ciudadano norteamericano que visita a nuestro país.

Además, no olvidamos al pueblo norteamericano que puso fin a la guerra de Viet Nam con su enorme oposición a aquella guerra genocida; no olvidamos al pueblo norteamericano que, en un número superior al 80%, apoyó el regreso de Elián a nuestra patria (Aplausos); no olvidamos cuánto idealismo, perturbado muchas veces por el engaño, porque —como hemos dicho muchas veces— para llevar a un norteamericano a que apoye una causa injusta, una guerra injusta, primero hay que engañarlo, y el método clásico utilizado en la política internacional de ese enorme país es el método de engañar primero, para contar después con el apoyo de la población. Cuando sucede a la inversa y su pueblo descubre que algo es injusto, por su tradición de idealismo, se opone a aquello que ha estado apoyando, muchas veces, causas muy injustas, convencido de que lo que apoyaba era justo.

Por eso nosotros —que sabemos no el número exacto, pero que hemos visto escenas impresionantes de sufrimientos y posibles víctimas— hemos sentido dolor profundo y tristeza por el pueblo norteamericano, fieles a la línea que hemos seguido siempre.

No andamos adulando a gobiernos, ni pidiendo perdones, ni favores, ni se alberga en nuestros pechos ni siquiera un átomo de temor. La historia de la Revolución ha demostrado cuán capaz es de desafiar, cuán capaz es de luchar, cuán capaz es de resistir lo que tenga que resistir, algo que nos ha convertido en un pueblo invencible. Esos son nuestros principios, una Revolución que se basa en ideas, en la persuasión y no en la fuerza. Espero que no quede loco por el mundo capaz de decir que 1 200 000 ciudadanos desfilaron por ese malecón el pasado 26 de julio obligados, por la fuerza.

Nuestra reacción ha sido la que dije, y quisimos que nuestro pueblo viera las escenas y contemplara la tragedia. Y no hemos vacilado en expresar públicamente nuestro sentimiento. Aquí mismo está una declaración que se entregó a la prensa internacional alrededor de las 3:00 de la tarde, elaborada tan pronto se conocieron los hechos; mientras tanto, nuestra televisión estaba enfrascada en la divulgación de los acontecimientos. Sería comunicada a nuestro pueblo en el noticiero de la noche.

Me adelanto aquí algunos minutos para hacerles conocer la Declaración Oficial del Gobierno de Cuba, frente a los hechos ocurridos en Estados Unidos.

“El Gobierno de la República de Cuba ha recibido con dolor y tristeza las noticias sobre los ataques violentos y sorpresivos realizados en la mañana de hoy contra instalaciones civiles y oficiales en las ciudades de Nueva York y Washington, que han provocado numerosas víctimas.

“Es conocida la posición de Cuba contra toda acción terrorista” —nuestra historia lo demuestra, eso lo saben bien todos los que conocen la historia de nuestras luchas revolucionarias. “No es posible olvidar que nuestro pueblo ha sido víctima durante más de 40 años de tales acciones, promovidas desde el propio territorio de Estados Unidos.

“Tanto por razones históricas como por principios éticos, el Gobierno de nuestro país rechaza y condena con toda energía los ataques cometidos contra las mencionadas instalaciones y expresa sus más sinceras condolencias al pueblo norteamericano por las dolorosas e injustificables pérdidas de vidas humanas que han provocado dichos ataques.

“En esta hora amarga para el pueblo norteamericano, nuestro pueblo se solidariza con el pueblo de Estados Unidos y expresa su total disposición a cooperar, en la medida de sus modestas posibilidades, con las instituciones sanitarias y con cualquier otra institución de carácter médico o humanitario de ese país, en la atención, cuidado y rehabilitación de las víctimas ocasionadas por los hechos ocurridos en la mañana de hoy” (Aplausos).

Esto no solo lo hemos hecho público, sino que lo hemos trasmitido por vía oficial, en horas de la tarde, especialmente cuando empezaron a aparecer sumas impresionantes de posibles víctimas y conocimos que los hospitales estaban llenos de heridos.

Aunque no se sepa si son 5 000, 10 000, 15 000, 20 000 las víctimas, se sabe que solo en los aviones que fueron estrellados contra las torres, o contra el Pentágono, viajaban cientos de pasajeros, y ofrecimos lo que podíamos si hiciera falta.

Ese es un país que tiene un gran desarrollo científico, médico, recursos; pero hay momentos en que pudiera hacer falta sangre de un grupo, plasma —cualquier otro producto que nosotros podamos donar lo haríamos gustosamente—, o apoyo médico, o de personal paramédico, porque sabemos que muchos hospitales tienen déficit de determinados técnicos y profesionales. En fin, lo que queríamos era expresar nuestra actitud y nuestra disposición con relación a estos trágicos acontecimientos.

Todo esto tiene algunos antecedentes, porque les mencioné que habíamos soportado más de 40 años de terrorismo; es más, hemos publicado que en determinadas ocasiones le hemos trasmitido al gobierno de Estados Unidos importantes riesgos para la vida de ciudadanos norteamericanos. Aquí tengo un ejemplo, es una página y cuarto.

En los días posteriores a los ataques terroristas a nuestros hoteles por la mafia terrorista radicada en la Florida, que proyectaba y pagaba los ataques terroristas contra Cuba, al igual que decenas de planes de atentados contra mí las veces que he tenido necesidad de viajar al exterior, el grupo, encabezado por el monstruo de Posada Carriles, al que habíamos capturado ya algunos cómplices que eran mercenarios extranjeros, al ingresar al territorio nacional, con los medios correspondientes, tenía proyectado utilizar el procedimiento sofisticado de las bombas que ponían en los hoteles o en lugares concurridos por turistas extranjeros como La Bodeguita del Medio, y que podían explotar hasta 99 horas después de colocadas para atacar naves aéreas. Podían viajar, poner la bomba en el avión, pasarse tres días de fiesta y regresar a su país antes de que la misma estallara. Hubo el caso de aquel mercenario salvadoreño que proyectó colocar cinco en hoteles y lugares públicos de la capital para hacerlas estallar casi simultáneamente, una detrás de otra. Véase adónde se había llegado.

Más de una vez nos comunicamos por vías confidenciales con el gobierno de Estados Unidos y aquí hay uno de los mensajes directos al que presidía el país en ese momento —mensajes por vías confidenciales, no vamos a decir cómo, a través de personas de entera confianza, que tenían amistad con nosotros y con él, a las que explicábamos con exactitud lo que queríamos que comunicaran—; ya una vez se usó una parte de ese material, pero voy a citar textualmente un ejemplo:

“Un asunto importante.

“Número uno: Se mantienen planes de actividad terrorista contra Cuba, pagados por la Fundación Nacional Cubano Americana y usando mercenarios centroamericanos. Se han realizado ya dos nuevos intentos de hacer estallar bombas en nuestros centros turísticos, antes y después de la visita del Papa.

“En el primer caso los responsables pudieron escapar, regresando por vía aérea a Centroamérica, sin lograr sus propósitos, dejando abandonados los medios técnicos y los explosivos, que fueron ocupados.

“En el segundo intento fueron arrestados tres mercenarios, ocupándose los explosivos y demás medios; son de nacionalidad guatemalteca. Por cada una de las cuatro bombas que debían estallar, recibirían 1 500 dólares” —fueron de los primeros capturados, no del que puso el mayor número de bombas.

“Ambos casos fueron contratados y suministrados por agentes de la red creada por la Fundación Nacional Cubano Americana; ahora están planeando y dando ya pasos para hacer estallar bombas en aviones de las líneas aéreas cubanas o de otro país que viajen a Cuba, trayendo y llevando turistas desde y hacia países latinoamericanos.

“El método es similar: colocar el dispositivo de pequeño tamaño en lugar oculto del avión, explosivo potente, detonante controlado por reloj digital que puede ser programado hasta con 99 horas de anticipación, abandonar la nave normalmente en el lugar de destino; la explosión se produciría en tierra o en pleno vuelo posterior. Procedimientos verdaderamente diabólicos: mecanismos fáciles de armar, componentes casi imposibles de descubrir, entrenamiento mínimo para su empleo, impunidad casi total, sumamente peligrosos para las líneas aéreas, instalaciones turísticas o de cualquier otro tipo; instrumentos utilizables para crímenes y delitos muy graves.

“Si llegan a divulgarse y conocerse tales posibilidades” —nosotros nos oponíamos a que se divulgara la tecnología que usaban— “pueden convertirse en una epidemia, como ocurrió en otros tiempos con los secuestros de aviones. Otros grupos extremistas de origen cubano, radicados en Estados Unidos, comienzan a moverse en esa dirección.

“Las agencias policiales y de inteligencia de Estados Unidos poseen informaciones fidedignas y suficientes de los principales responsables, si realmente lo desean pueden hacer abortar a tiempo esta nueva forma de terrorismo; imposible frenarla si Estados Unidos no cumple el elemental deber de combatirla. No se puede dejar la responsabilidad de hacerlo solo a Cuba, muy pronto podría ser víctima de tales actos cualquier país del mundo.”

Esto lo informamos, le prestaron atención, a extremo tal que nos consultan sobre la conveniencia de enviar un texto del gobierno norteamericano a compañías aéreas.

Mandaron el texto en que les comunicaban a las líneas aéreas: “Hemos recibido información sin confirmar acerca de un complot para colocar artefactos explosivos a bordo de naves aéreas civiles que operan en Cuba y países latinoamericanos. Las personas involucradas en el control planean dejar un pequeño artefacto explosivo a bordo…”, en fin, explican lo que les habíamos trasmitido.

“No podemos descontar la posibilidad de que la amenaza pueda incluir operaciones de carga aérea internacional desde los Estados Unidos.

“El gobierno de Estados Unidos continúa buscando información adicional para esclarecer, verificar o refutar esta amenaza.”

Nosotros les expusimos nuestra oposición a que publicaran ese aviso, porque uno de los objetivos que estaban persiguiendo los individuos era sembrar el pánico, y les expusimos que había otros procedimientos, como los que usamos nosotros: montamos las guardias pertinentes dondequiera que había un riesgo de poner una de esas bombas, chequeamos y sabíamos quiénes podían ponerlas y quiénes andaban envueltos en los planes. Estuvimos vigilando, que es lo que hay que hacer, si no quiere sembrar pánico, crear escándalo u otorgarles a los autores el objetivo que buscaban de afectar la economía del país y sembrar el terror.

De todas formas publicaron la información. Está bien, ya nosotros habíamos fortalecido mucho los mecanismos para capturar a los individuos y desde entonces no pudieron poner una bombita más, y la guardia se mantiene donde es necesario. Cuando fueron a hacer el atentado allá en Panamá, nosotros sabíamos más de lo que estaban planeando que lo que ellos mismos sabían. Eso está clarísimo.

Ahí está la mafia de Miami haciendo esfuerzos por poner en libertad a los terroristas sorprendidos in fraganti y arrestados en Panamá. Tienen ya planes de cómo hacerlo, por qué país evacuarlos y cómo, haciéndose allí los enfermos y moviéndose; reciben visitas de Miami por la libre, y hasta, incluso, participaron en el envío de una filtración armada a Cuba hace unos meses, por Santa Clara.

Gracias a muchos amigos que tenemos por todas partes y a hombres como los que están ahí (Se refiere a los patriotas cubanos presos en Miami por buscar información sobre planes terroristas contra Cuba), el país se ha defendido de ese terrorismo (Aplausos).

Lo señalo porque hay una realidad, por ahí hay más papeles y notas y nosotros hemos enviado a veces mensajes verbales, y a veces hemos dejado constancia escrita, y uno de los argumentos que hemos utilizado es un argumento irrefutable: Estados Unidos es el país que tiene el mayor número de grupos extremistas organizados y 400 de ellos están armados.

Los secuestros aéreos, método inventado contra Cuba, se convirtieron en una plaga universal, y fue Cuba la que al fin y al cabo resolvió ese problema cuando, después de advertirlo reiteradamente, devolvimos a Estados Unidos a dos secuestradores; es doloroso, eran ciudadanos cubanos, pero lo habíamos advertido, vinieron y los enviamos, cumplimos la palabra pública; pero nunca, ni siquiera después nos dieron noticias para sus familiares. Tienen su modo de actuar. Nadie sabe. Sé que los condenaron a 40 años, y aquello fue lo que puso fin al secuestro de aviones.

Pero, oiga, allí tienen 800 grupos extremistas. A veces se han encerrado en un lugar por alguna razón, se han dado candela, se han muerto todos; grupos que por una razón, muchos de ellos por razones políticas, a veces por razones religiosas, pero grupos violentos, proclives al empleo de la fuerza o a preparar venenos, productos para actuar contra las propias autoridades norteamericanas. No estoy hablando de la gente de la mafia, estoy hablando de cientos de grupos extremistas organizados y que actúan dentro de Estados Unidos. No hace mucho tiempo hicieron volar el edificio aquel de Oklahoma.

El país más vulnerable al terrorismo es Estados Unidos, el que tiene más aviones, más dependencia de recursos técnicos, vías eléctricas, gasoductos, etcétera, etcétera. Y muchos componentes de esos grupos son fascistas, no les importa matar; mentalmente deben estar mucho más cerca de la locura que de una inteligencia equilibrada. Nosotros les hemos dicho a las autoridades norteamericanas: hay que evitar que tales métodos se divulguen —ese argumento lo usamos—, son fáciles de utilizar, es un peligro para ustedes.

En este mismo momento, cuando yo llegué aquí, no había ningún elemento de juicio para afirmar quién pudo poner esas bombas, porque pudo ser una acción ideada y ejecutada por alguno de estos grupos, que ya lo han hecho, como en Oklahoma, o pueden ser grupos del exterior; pero es evidente, por los detalles que han llegado, que esto fue organizado con bastante eficacia, digamos, bastante organización y sincronización, propio de gente que conocen, que tienen preparación, que contaban con pilotos capaces de manejar los Boeing de gran tamaño, que coordinaron las horas exactas en que los que iban a actuar, secuestraron, sin duda, el avión de la ruta aérea donde viajaban, y tenían los pilotos que podían conducir esos aviones directos a una torre u otros objetivos, y unos minutos después de una la otra, y casi al mismo tiempo, otro dirigido contra el Pentágono.

Es decir, es gente con un nivel de preparación técnica, organización, y no tienen que ser necesariamente grupos grandes; nadie sabe el daño que pueden hacer grupos pequeños, de 20, 25 ó 30 personas fanatizadas, o comprometidas con determinadas ideas, y el lugar donde más daño pueden hacer es en Estados Unidos. Se ve el estudio de la hora en que podía haber más gente en las oficinas, alrededor de las 9:00, el daño que podían hacer, las miles de víctimas que podía causar.

En realidad en este momento tendrán que buscar pistas, alguna pista, porque este hecho tiene características especiales. Es por eso que el deber más importante que, a mi juicio, tienen los dirigentes de Estados Unidos es luchar contra el terrorismo, y en parte estas tragedias son consecuencia de haber aplicado los métodos terroristas, en el caso de Cuba durante un montón de años, y en el de otros países; porque ha difundido la idea del terrorismo, y no hay ningún poder del mundo hoy, por grande que sea, que pueda evitar hechos de esa naturaleza, porque los llevan a cabo personas fanáticas, personas indiferentes totalmente a la muerte. De modo que la lucha contra tales métodos es difícil.

De esto se puede sacar una idea: ninguno de los actuales problemas del mundo se puede resolver por la fuerza, no hay poder global, ni poder tecnológico, ni poder militar que pueda garantizar la inmunidad total contra tales hechos, porque pueden ser acciones de grupos reducidos, difíciles de descubrir, y lo más complicado, aplicados por gente suicida. De modo que el esfuerzo general de la comunidad internacional es poner fin a una serie de conflictos que andan por el mundo, cuando menos en ese terreno; poner fin al terrorismo mundial (Aplausos), crear una conciencia mundial contra el terrorismo. Y les hablo en nombre de un país que ha vivido más de 40 años de Revolución y ha adquirido mucha experiencia, está unido y tiene un nivel de cultura grande; no es un pueblo de fanáticos, ni ha sembrado fanatismo, sino ideas, convicciones, principios.

Estaríamos en mejores condiciones de defendernos, y lo hemos demostrado, ¡cuántas vidas no se han salvado, frente a tanto dinero y tantos recursos para sembrar el terrorismo en nuestra patria! Hemos vivido 40 años de experiencia, estamos diez veces más preparados para prevenir tales actos que incluso Estados Unidos.

Es muy importante saber cuál va a ser la reacción del gobierno de Estados Unidos. Posiblemente vengan días peligrosos para el mundo, no estoy hablando de Cuba. Cuba es el país que más tranquilo está en el mundo, por diversas causas: por nuestra política, por nuestras formas de lucha, por nuestra doctrina, nuestra ética, y, además, compañeras y compañeros, por la ausencia total de temor.

Nada nos inquieta, nada nos intimida. Sería muy difícil fabricar una calumnia contra Cuba, no lo creería ni el que la inventara y patentizara, es muy difícil; y Cuba no es hoy cualquier cosa en el mundo (Aplausos), tiene una posición moral muy grande y una posición política muy sólida. Ni me pasa por la mente la idea, aunque haya salido uno de los mentecatos de la mafia a ver cómo intrigaba, y creo que mencionó hasta a Venezuela y a Cuba, uno de los tantos de la mafia, charlatanes despreciables. Nadie le va a hacer el menor caso; pero habrá situación de tensiones, riesgos, en dependencia de cómo actúe el gobierno de Estados Unidos.

Los días próximos van a ser tensos dentro de Estados Unidos y fuera de Estados Unidos, empezarán a emitir opiniones no se sabe cuánta gente.

Siempre que ocurre una tragedia de estas, por difíciles que puedan ser a veces de evitar, no veo otro camino, y si en alguna ocasión es permitido hacerle una sugerencia al adversario —adversario que ha sido duro con nosotros durante muchos años, pero sabe que somos duros, sabe que resistimos, sabe que no somos bobos, y puede haber hasta un poquitico de respeto hacia nuestro país—, hay muchos problemas en muchas partes, pero si fuese correcto en alguna circunstancia sugerir algo al adversario, en aras del bienestar del pueblo norteamericano y basándome en los argumentos que expuse, les sugeriríamos a los que dirigen el poderoso imperio que sean serenos, que actúen con ecuanimidad, que no se dejen arrastrar por raptos de ira o de odio, ni se lancen a cazar gente lanzando bombas por todas partes.

Reitero que ninguno de los problemas del mundo, ni el del terrorismo, se pueden resolver por la fuerza, y cada acción de fuerza, cada acción disparatada del uso de la fuerza, en cualquier parte, agravaría seriamente los problemas del mundo.

El camino no es la fuerza ni la guerra. Lo digo aquí con toda la autoridad de haber hablado siempre con honradez, poseer convicciones sólidas y la experiencia de haber vivido los años de lucha que ha vivido Cuba. Solo la razón, la política inteligente de buscar la fuerza del consenso y la opinión pública internacional puede arrancar de raíz el problema. Creo que este hecho tan insólito debiera servir para crear la lucha internacional contra el terrorismo; pero la lucha internacional contra el terrorismo no se resuelve eliminando a un terrorista por aquí y otro por allá; matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando vidas inocentes. Se resuelve poniendo fin, entre otras cosas, al terrorismo de Estado y otras formas repulsivas de matar (Aplausos), poniendo fin a los genocidios, siguiendo lealmente una política de paz y de respeto a normas morales y legales que son ineludibles. El mundo no tiene salvación si no sigue una línea de paz y de cooperación internacional.

Nadie se vaya a imaginar que estamos buscando comprar una tonelada de cualquier cosa en el mercado de Estados Unidos. Nosotros hemos demostrado que podemos sobrevivir, vivir y progresar, y todo lo que aquí se muestra hoy es una expresión de un progreso sin paralelo en la historia (Aplausos). No se progresa solo produciendo automóviles, se progresa desarrollando inteligencias, impartiendo conocimientos, creando cultura, atendiendo a los seres humanos como deben ser atendidos, que es el secreto de la enorme fuerza de nuestra Revolución.

No tiene salvación el mundo por otras vías, y me estoy refiriendo en este caso a las situaciones de violencia. Búsquese la paz en todas partes para proteger a todos los pueblos contra esa plaga del terrorismo, que es una de las plagas (Aplausos), porque hoy hay otra terrible plaga que se llama, por ejemplo, SIDA; hay otra terrible plaga que mata a decenas de millones de niños, adolescentes y personas en el mundo por hambre, por enfermedades y por falta de asistencia y medicamentos.

Hay en el terreno político ideas absolutistas, pensamiento único que se le trata de imponer al mundo, y promueven rebeldías e irritaciones por todas partes.

No se salva este mundo —y ya esto no tiene que ver con el terrorismo— si continúa desarrollándose o aplicándose este orden económico y social injusto que conduce al mundo a la catástrofe, a un camino del cual no podrían escapar los 6 200 millones ni los futuros hijos de los habitantes que hoy tiene este planeta, que está siendo cada vez más destruido y conducido a la pobreza, al desempleo, al hambre y a la desesperación. Lo demuestran las masas en distintos lugares ya históricos, como Seattle, Quebec, Washington, Génova.

Ya los más poderosos líderes de la economía y de la política mundial no pueden casi reunirse; la gente tiene cada vez menos miedo, está sublevada, lo que puede apreciarse en todas partes. Yo acabo de estar en Durban y vi allí a miles de personas pertenecientes a las Organizaciones No Gubernamentales; se ve crecer como espuma el descontento en el mundo.”