Corta, intensa, difícil, plena: así fue la vida de Flora Tristán. La abuela del pintor Gauguin fue lesbiana, feminista y una gran revolucionaria.
Flore Célestine Thérèse Henriette Tristán Moscoso Laisnay nació el 7 de abril de 1803 en París, en el seno de una familia acaudalada. Su padre fue Mariano Tristán y Moscoso, coronel peruano de la armada española, y su madre, la francesa Anne Laisney. Los primeros cuatro años de Florita – como la llamaba su padre – estuvieron marcados por la abundancia, el bienestar y el lujo. Sus padres se conocieron en Bilbao y se casaron clandestinamente, pero el matrimonio no tuvo ningún valor legal, lo que acarrearía importantes consecuencias en sus vidas. El papá de Flora murió de una apoplejía cuando ella contaba con apenas cuatro años. Su madre estaba embarazada y esta tragedia repentina dejó en la miseria a toda la familia. Al ser hija natural del coronel, no tuvo derecho a la más mínima parte de la herencia de su padre. Su madre tampoco, ya que no existía un documento que les concediera derecho alguno o que probara que fuera esposa de don Mariano. Éste, por motivos desconocidos, no previó disponer sus bienes (o parte de ellos) a su esposa e hijos, y fue así cómo pasaron de la abundancia a la más absoluta miseria. Flora haría de estos primeros años de su infancia una edad de oro que perseguiría toda su vida; y de su ilegitimidad, una injusticia que reparar.
Con apenas 17 años comenzó a trabajar en un taller de litografía, cuyo propietario, André Chazal, se convertiría en su esposo y en su mayor pesadilla durante años. Con él tuvo dos niños y una niña, Aline, futura madre de uno de los pintores impresionistas más conocidos en el mundo: Paul Gauguin.
Los celos y los maltratos por parte de su esposo hicieron que Flora huyera del hogar familiar con sus hijos. Fue entonces cuando comenzó una dura e interminable batalla legal de 12 años, que concluiría con un disparo en la calle muchos años después (1838). Flora resultó malherida físicamente, pero libre por fin, ya que Chazal fue condenado a 20 años de cárcel.
En 1832, apenas separada de su marido, viaja a Perú dispuesta a recuperar parte de la herencia de su padre, pero la negativa de su tío no se hizo esperar, quien no pudo hacer nada ya que no era hija legítima de su hermano. Flora tan solo consiguió una pequeña paga mensual que le ayudó con los gastos. Lo que presuponía un viaje corto se convirtió en una estancia de casi dos años. De esta experiencia nació Peregrinaciones de una paria, una de sus obras más célebres y un fiel reflejo de la situación política y social tan delicada que atravesaba la sociedad peruana de la época.
Escritora, pensadora, pilar del feminismo marxista, fundadora del feminismo moderno, heroína. Su paso por Perú hizo mella en esta valiente mujer, quien no volvió a ser la misma a su regreso a París. De vuelta ya en su tierra, Flora Tristán se dedicó en cuerpo y alma a los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer.
“Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer”, escribió en Unión Obrera (1843).
Flora dirige su discurso al análisis de las mujeres más desposeídas, de las obreras. El trato abusivo, humillante y vejatorio que reciben las mujeres desde su nacimiento, el hecho de que se les niegue la posibilidad de recibir una educación, así como el sometimiento y la esclavitud al varón, suponen una degradación moral para Tristán, y el convencimiento de que educar a la mujer obrera es el principio de la mejora intelectual, moral y material de esta clase. Ya en 1843, ella misma apuntaba que de la educación de la mujer dependía la emancipación del hombre.
La ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros, varones proletarios. (…) En nombre de vuestro propio interés, varones; en nombre de vuestra mejora, la vuestra, varones; en fin, en nombre del bienestar universal de todos y de todas os comprometo a reclamar los derechos para la mujer (Unión Obrera, 1843).
Su experiencia personal la llevó a luchar contra el matrimonio como medio de opresión contra las mujeres. “El único infierno que reconozco” – afirmaba. Dedicó la mitad de su vida a una batalla constante por conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Así era Flora, quien en 1836 se colara en la Cámara de los Lores, disfrazada de hombre, para pedir la aprobación del divorcio y la abolición de la pena de muerte.
El 14 de noviembre de 1844, en plena gira revolucionaria por Francia, muere Flora Tristán a la cortísima edad de 41 años, víctima del tifus. Años antes de que el Manifiesto comunista de Marx y Engels viera la luz, ya Flora había escrito: ¡Trabajadores del mundo, uníos! Lo mismo que nos gritaría hoy si volviera a la tierra.
Tras de sí nos dejó una larga lista de escritos, libros y folletos. Un legado digno de ejemplo hoy en día. Aquí les dejo una lista de algunos de ellos:
- (1835) Necesidad de dar buena acogida a las extranjeras
- (1838) Peregrinaciones de una paria
- (1838) Mephis o el proletario
- (1839) Selección de cartas a Simón Bolívar
- (1840) Paseos en Londres
- (1840) Los obreros de las fábricas
- (1840) Mujeres públicas
- (1840) Las mujeres inglesas
- (1843) La unión obrera
- (1843) A los obreros y las obreras
- (1843) Por qué menciono a las mujeres
- (1846) La emancipación de la mujer (obra póstuma)
Más información:
- BLOCH-DANO, EVELYNE. Flora Tristán. Pionera, revolucionaria y aventurera del siglo XIX. Editorial Maeva 200
- Flora Tristan: Feminismo y Socialismo. Antología. Edición de Ana de Miguel y Rosalía Romero. Colección: Clásicos del Pensamiento Crítico – Editorial La Catarata 2003
- VARGAS LLOSA, MARIO. El paraíso en la otra esquina. Editorial Alfaragua, 2003.
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