La represión policial contra los trabajadores de la mina de platino de Longmin, en Marikana, que dejó más de 40 muertos, replanteó el tema de las relaciones laborales en un país en el que tras la caída del apartheid las grandes mayorías siguen viviendo en la miseria. Brian Ashley, jefe de redacción de la revista de izquierda Amandla!, explica en esta entrevista la evolución registrada en Sudáfrica en los últimos veinte años, donde, dice, "ha habido un cambio de color en la composición de los sectores dominantes: ahora hay negros entre ellos".
David Finkel y Dianne Feeley. Brecha, Montevideo, 21-9-2012
-El Congreso Nacional Africano (CNA) ha sido el partido político dominante desde la caída del apartheid. ¿Su evolución ha sido paralela a la de los partidos socialdemócratas europeos que se han transformado en "social-neoliberales"? ¿O es más complicado? ¿Cuáles son las fuerzas contendientes en su seno y cuál es la naturaleza de la "alianza tripartita" con la federación sindical Cosatu y el Partido Comunista de Sudáfrica (SACP)?
-El CNA es un movimiento nacionalista amplio, en el que existen y han existido diferentes corrientes políticas e ideológicas. El SACP y la alianza con los movimientos sindicales le han permitido una fuerte influencia en la clase trabajadora, que llegó a ser mayor durante los levantamientos populares de los años ochenta.
Sin embargo, después de ganar las libertades políticas en 1994, y como resultado de la indigenización de la función pública y la política de "empoderamiento económico negro", las fuerzas nacionalistas han sido dominantes a la hora de determinar la orientación del CNA.
Muchos líderes del CNA son ahora los principales inversores en agricultura, finanzas, minería, telecomunicaciones, armamento, pesca, y toda una serie de otras industrias. Utilizan su posición política en el Congreso Nacional Africano y en el Estado para hacer de manera corrupta lucrativos negocios, gracias a los que se convierten, de la noche a la mañana, en millonarios.
La razón clave del porqué de la transición neoliberal en Sudáfrica hay que buscarla en el poder del capital sudafricano y en la renuencia inicial del CNA a enfrentarse con el capital y redistribuir su riqueza a través de un nuevo sistema fiscal, programas de inversión regulados y dirigidos e incluso llevar a cabo nacionalizaciones que ayudaran a superar el legado del apartheid y el subdesarrollo.
Por el contrario, lo que ha ocurrido ha sido una gradual cooptación por parte de las grandes empresas, a través del programa de empoderamiento económico negro, de los sectores políticos que representaban los intereses de la protoburguesía negra, convirtiéndolos en socios menores de las grandes empresas mediante la desagregación y la reestructuración neoliberal de la economía.
-El presidente Jacob Zuma supuestamente representa la "izquierda" del CNA, al menos retóricamente. ¿Su gobierno ha intentado hacer algo en relación con las condiciones económicas y sociales de la mayoría negra?
-Fue una gran tragedia para la izquierda cuando el Cosatu, el SACP y otras fuerzas de izquierda en el cna, desesperadas por encontrar una alternativa a las políticas neoliberales aplicadas por Thabo Mbeki -que negaba, por ejemplo, la existencia del sida-, se agruparon en torno a Jacob Zuma y lo ayudaron a ser elegido presidente del cna y posteriormente del país. Zuma es un político consumado, que ha consolidado su base y apoyos presentándose al mismo tiempo como un hombre de la izquierda mientras se hacía con el manto del nacionalismo zulú que hasta entonces había ostentado el Partido de la Libertad Inkatha.
De hombre de izquierda, nada. A nivel personal es un homófobo, misógino y polígamo. Su gobierno continúa con las políticas económicas neoliberales, monetaristas, deflacionistas y favorables a la flexibilidad laboral. La indicación más reciente de la ruptura entre el gobierno de Zuma y el Cosatu fue la masiva huelga general del 12 de marzo, contra el peaje de las autopistas de Johannesburgo y el fracaso del gobierno para prohibir a los contratistas piratas de mano de obra.
Las ciudades y los suburbios son dos mundos aparte, y una brecha aun mayor separa la vida de los antiguos bantustanes de las áreas metropolitanas. La pandemia del sida sigue siendo devastadora en su propagación e impacto, incluso si ya nadie se atreve a dudar de su existencia, como en la época de Mbeki. Tampoco podemos ignorar las crisis de los sistemas de educación, salud, agua y vivienda. El desempleo masivo y unos salarios de miseria se encuentran en el centro de la crisis social sudafricana. Más del 25 por ciento de la fuerza de trabajo se encuentra en paro. La tasa de desempleo real es un enorme 40 por ciento de la población activa. Según la Comisión Nacional de Planificación, que preside el ministro Trevor Manuel, más de un tercio de los trabajadores ganan menos de 120 dólares al mes, mientras que la mitad gana menos de 300.
Detrás de esta crisis social está el declive de la economía sudafricana. El país se unió recientemente a los BRICS, las principales economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China, y ahora Sudáfrica. La ironía es que mientras la economía sudafricana domina la región y el continente africano de manera más amplia, hay que considerarla una economía en declive y no en auge. Y es así básicamente como consecuencia del agotamiento del modelo de crecimiento minero y energético del apartheid, después del fin de éste, y el fracaso del cna a la hora de impulsar la diversificación productiva hacia nuevos sectores de crecimiento. La apertura de la economía no logró atraer la inversión extranjera que se esperaba para estimular un crecimiento sostenible de sectores productivos creadores de empleo.
En el corazón del declive de Sudáfrica hay tres factores interrelacionados, a saber: la reducción de los recursos básicos, la debilidad del mercado interno en su demanda de bienes de consumo, y un marco político que ha favorecido una economía abierta y orientada al exterior, que ha facilitado la financiarización y la fuga de capitales.
Si bien la literatura pos apartheid se ha centrado tanto en las debilidades estructurales de la economía sudafricana como en el marco político neoliberal como barreras para el desarrollo sostenido, se ha prestado menos atención al agotamiento paulatino de los recursos básicos en Sudáfrica.
Aquí existe un patrón común de agotamiento de los recursos en una amplia gama de sectores clave, como la energía, los minerales, el agua y la fertilidad del suelo.
Incluso la diversidad biológica y la infraestructura ambiental están sufriendo una tensión extrema a causa de los procesos industriales y el cambio climático. El agotamiento de estos recursos clave tendrá un efecto negativo en las exportaciones y aumentará los costos de los insumos de los bienes de producción local, debilitando aún más la economía. A menos que el crecimiento económico se desvincule del aumento en la utilización de los recursos y disminuyan los impactos ambientales negativos, el desarrollo económico se verá afectado, con consecuencias negativas para la sociedad y el ambiente.
En el contexto de la crisis global, la vulnerabilidad de Sudáfrica a los choques externos de la economía mundial ha sido sucesivamente demostrada a través de problemas graves en el mercado de divisas, fuga de capitales, disminución de las exportaciones y pérdidas masivas de empleo. Durante la gran recesión de 2008-2009 se perdieron más de un millón de empleos.
Todo esto ha contribuido a que Sudáfrica sea uno de los países más desiguales-si no el más- del mundo. El coeficiente Gini de Sudáfrica es 0,73, representando 1 la desigualdad absoluta de ingresos. (En comparación, en Estados Unidos, la más desigual de las principales economías industriales, el coeficiente Gini oscila entre 0,46 y 0,47, y en España es de 0,46.)
La casi duplicación de la tasa de desempleo desde el fin del apartheid es una de las principales razones del aumento de la desigualdad. El 70 por ciento de los desempleados son menores de 35 años, y más del 60 son mujeres.
Las mujeres en las zonas rurales -especialmente en los antiguos bantustanes-son las más afectadas por el desempleo y la pobreza, especialmente debido a la incapacidad del gobierno para redistribuir la tierra. Menos del 7 por ciento de las tierras que se tenía como objetivo distribuir para 2014 ha sido adjudicado a gente negra. Y gran parte de esta tierra no se cultiva de manera productiva debido a la incapacidad del gobierno para apoyar a las comunidades con los insumos y servicios de extensión agrícola imprescindibles.
La desigualdad también se manifiesta en el acceso a los servicios de agua, electricidad, saneamiento, vivienda, educación y salud. Ello ha provocado una ola continua de conflictos reclamando estos servicios, lo que hace que Sudáfrica tenga uno de los índices más altos de protestas per cápita en el mundo.
-Ciudad del Cabo es la única gran ciudad gobernada por la Alianza Democrática (el partido de la oposición liberal) y la única zona del país donde no hay una mayoría "negra", según la clasificación racial del apartheid, sino que está compuesta por "mestizos", "indios" y "blancos". ¿Cuál es la composición social de la Alianza Democrática (AD)? ¿Los votantes negros de la ad pertenecen principalmente a las clases profesionales y acomodadas? ¿Es una amenaza seria al CNA a largo plazo?
-La mayoría de la gente en Ciudad del Cabo y la Provincia Occidental del Cabo la componen los que se denominaron "mestizos" en el régimen del apartheid. Hay que tener en cuenta que bajo aquel régimen Ciudad del Cabo fue una "región preferente de mano de obra mestiza". Lo que significó que la inmigración de los llamados "africanos" de los bantustanes fuera muy restringida. Ello explica sus características demográficas particulares.
Además, desde un punto de vista histórico hay que entender que Ciudad del Cabo es la ciudad más antigua de Sudáfrica y fue el destino de varias oleadas de colonialismo (holandés, inglés), así como de los primeros esclavos africanos y malayos.
Ciudad del Cabo tiene una rica historia de resistencia, sindicalismo y luchas radicales. Los llamados "coloured" (mestizos) jugaron un papel muy destacado en el movimiento anti apartheid y anticapitalista en el Cabo Occidental. Sin embargo, este sector no fue integrado plenamente en la afirmación pos apartheid del nacionalismo africano. El nacionalismo africano fue definido en términos demasiado estrechos como para que la gente clasificada como "coloured" pudiera sentirse plenamente parte de la nación en construcción.
Dado que este sector de la población disfrutaba de una situación social un poco mejor en términos de salarios, normas de vida y de vivienda, la acción afirmativa y la indigenización del Estado después de la caída del apartheid hicieron temer a la población mestiza que pudiera perder parte de ello a favor de los "africanos". Esto aceleró el proceso de polarización, debilitó la concepción de una identidad común negra (que fue uno de los objetivos de la lucha de liberación) y reforzó la sensación de pertenecer a una identidad separada.
Poco se ha hecho para superar el legado del apartheid territorial, el desarrollo separado y otras barreras (idioma, educación, deportes) a la integración en una ciudadanía común. La gente de la comunidad "mestiza" sigue viviendo en los mismos municipios y sus hijos asisten a las mismas escuelas que lo hicieron bajo el apartheid.
Esta situación alimenta la inseguridad y los miedos en las comunidades de clase obrera, ya que sufrieron las peores consecuencias de las políticas neoliberales: los recortes masivos de empleo en el sector público, en los servicios municipales, la educación, la salud y el sector de servicios en general. El desempleo masivo y las privaciones en muchos municipios mestizos han dado lugar a una profunda alienación de la sociedad, en particular entre los jóvenes.
Todo ello ha provocado altos niveles de gangsterismo, delincuencia y drogadicción que se asemejan a algunas zonas de los guetos afroamericanos. Esta situación de inseguridad y paro masivo es lo que ha enajenado del CNA el voto de las comunidades mestizas. Sin embargo, la ad sólo ganó peso en este sector del electorado gracias a una serie de fusiones con partidos más pequeños, como los Demócratas Independientes y el ex Partido Nacional (el viejo partido pro apartheid).
La base social principal de la Alianza Democrática sigue siendo la población blanca de clase media. Sin embargo, a medida que la gente se desespera por el aumento del desempleo y la incapacidad del gobierno para proveer servicios básicos, además de la creciente corrupción, la ad, como principal partido de oposición, comienza a tener un cierto eco y apoyo en los suburbios y barrios negros.
Es probable que en las próximas elecciones una alianza de pequeños partidos, entre ellos la escisión disidente del CNA en el momento de la caída de Mbeki, y el Congreso del Pueblo formen una coalición con la Alianza Democrática y se fusionen posteriormente. De esta manera la ad podría ampliar su apoyo en algunos municipios y suburbios africanos. Con todo, las clases medias negras apoyan principalmente al CNA y son movilizadas mediante un nacionalismo chovinista africano.
La crítica de la religión en nombre de la mayoría de edad del ser humano
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Franz Hinkelammert
Manuscrito 2021
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