Para las mayorías de los países subdesarrollados
más vale que sus riquezas se queden ocultas
“Su capital está cubierta de
escombros. El campo, tapado de árboles derribados, usados como combustible.
Pero la tierra podría aliviar siglos de pobreza desastres y enfermedades en
Haití: en las montañas hay oro, plata y cobre.
Una ola de perforaciones
exploratorias realizadas en el último año revelaron que hay metales preciosos
que podrían tener un valor de US$20 millones en las montañas del noroeste. Una
compañía minera perfora en la actualidad para ver como extraer esos metales… El
dinero generado por los minerales podría costear la construcción de carreteras,
escuelas y redes de agua potable y de desagües para esa nación de 10 millones
de habitantes, la mayoría de los cuales viven con poco más de un dólar diario”.(sic)
Lo anterior es extracto de una nota periodística que Prensa Libre, matutino
de Guatemala, tomó de Agens Press publicada hoy 14 de mayo de 2012 en su sección
Internacional, página 64.
En Guatemala, en el norteño municipio de Santa Cruz Barillas, Huehuetenango
el conflicto generado por la imposición en territorio de varias comunidades de una
hidroeléctrica de capital español ha llevado a que se dieran hechos lamentables
como la muerte de un líder comunitario de esa región que se opone a ese
megaproyecto, así como heridas graves a otros dos. Y, un sinnúmero de detenciones, en el marco del
estado de sitio, que el gobierno del exmilitar proveniente de los cuadros de la
contrainsurgencia de las tenebrosas décadas de la represión que preside hoy en
Guatemala, ha impuesto como medida de fuerza para obligar a los pobladores de
la zona a sucumbir ante los deseos de la transnacional. Medida que viola
cualquier concepto de democracia, por tanto, indefendible a ojos de la
población. En contraste, recordatorio de una tragedia cuyas heridas aún no
secan.
Mucho más al sur, en los municipios del departamento central de Guatemala,
San José El Golfo y San Pedro Ayampuc, los pobladores de esos lugares también
enfrentan esos desmanes. Permanecen frente al proyecto minero “El Tambor” que
pretende explotar los yacimientos allí descubiertos, con el objetivo de impedir
dichos trabajos, así como mostrar su firmeza en su demanda de que se cancele la
licencia a la empresa Eximigua y el retiro de la maquinaria del lugar,
argumentando que el proyecto solo contaminará su región sino que no les traerá
ningún beneficio significativo. El enfrentamiento entre vecinos y fuerzas
policiales que “protegen” los bienes de la transnacional es inminente ante la
necedad de la transnacional y algunos funcionarios gubernamentales de pasar por
encima de sus intereses y que sin consultarles nada quieren ubicar la mina en
territorios donde estos viven y desarrollan su actividad.
Guatemala y otros países más conocen lo que las transnacionales de la
minería, cuya codicia por el oro y otros minerales que vienen con éste de
refilón, representan pues no solo se llevan a manos llenas las riquezas de los
países donde explotan sus minerales, por un ínfimo porcentaje pactado entre los
estados entreguistas, sino que no benefician a las poblaciones donde se ubican.
Todo lo contrario; donde se han ubicado la matriz es muy similar: incremento de
la pobreza debido a la devastación de los territorios explotados, contaminación
de las aguas y otros recursos; explotación de la escasa fuerza de trabajo que
logran absorber estas transnacionales con respecto al número total de la
población económicamente activa, así como señalárseles con justa razón de ser
los principales culpables de las enfermedades nuevas que aquejan a los
habitantes de dichas zonas. A ello, hay que sumarle las violaciones y
atropellos que sus guardias privadas cometen contra los pobladores de las zonas
donde se asientan.
En conclusión, los megaproyectos de carácter capitalista son el peor
negocio para un país subdesarrollado como los nuestros pues la transnacional se
lleva la parte del león mientras el país explotado solo se beneficia de un
mísero porcentaje y tiene que acarrear con las consecuencias de esa
explotación. En el caso de las mineras con deforestación, aguas contaminadas,
explotación y enfermedades derivadas del uso de químicos peligrosos para la
salud en general de los seres vivos alrededor de estos complejos extractivos.
Y, con las hidroeléctricas, con la inundación de tierras de las comunidades,
desplazamientos de población por lo mismo, cambios de los cursos de ríos,
pérdidas de sus cultivos, etcétera, mientras la energía que se produce no
beneficia a dichas comunidades aledañas ni en su precio ni en los costos de su
introducción, sino a sus accionistas que la venden a otros territorios. En el
caso guatemalteco a México.
Entonces, la pregunta obligada, volviendo a la nota del principio, es, ¿será
que Haití saldrá de su pobreza con el oro que se acaba de descubrir en sus
montañas? Indudablemente no. Por ello,
para las comunidades, la mayoría de las veces es mejor que esos tesoros sigan
ocultos pues, derivado de las experiencias de muchas poblaciones, estas no solo
son despojadas de ellos sino obligados a trabajar en su extracción y
explotación sin que ello cambie su realidad de miseria. Al contrario, ésta se
exacerba pues la riqueza que producen sirve para empobrecerlos más. En vez de
ser bendición es una maldición que cae sobre sus cabezas.
Pero no se debe a la posesión de riquezas en suelos y subsuelos, sino del
sistema de producción y distribución. Un ejemplo contrario, es Venezuela en
estos momentos. Su renta petrolera ha servido para elevar la calidad de vida de
su población a través del financiamiento a sus múltiples “misiones” que se
ocupan de la salud, la educación, la vivienda y el trabajo de millones de
ciudadanos, cuando antes, durante los gobiernos oligarcas de la IV República, eran
para enriquecer a un pequeñísimo sector de la población.
No obstante, esa
realidad no es gozada aún ni por Haití ni por Guatemala, ni por ningún otro
país que orbite dentro de este sistema capitalista dependiente por demás caduco.
Solo se tendrá beneficios para su colectividad cuando se despoje del poder a
sus oligarquías y poder establecer este cambio en la propiedad que les permita
realizar los cambios que faciliten esos beneficios para sus mayorías. Así de
sencillo y de complejo a la vez.
Como dirían los ancianos, con esta forma capitalista de administración,
para los pueblos siempre saldrá más caro el caldo que los frijoles. Por el
momento es mejor que los recursos se queden donde están pues en manos de los
piratas siempre será un botín y no una base de desarrollo social. De ahí, que
las comunidades lo hayan entendido así y por ello descifrable y justificable su
resistencia.
COLECTIVO “LA GOTERA”
Guatemala, 15 de mayo de 2012
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